Diario Expreso

La bahía exige resguardo para contrarres­tar el miedo colectivo

Los comerciant­es pidieron a la Gobernació­n aumentar la presencia de policías y militares ❚ Al sentirse vulnerable­s, no todos atienden la jornada completa

- DIANA SOTOMAYOR ZEVALLOS sotomayord@granasa.com.ec GUAYAQUIL

HERNÁN COLOMA presidente de la Asociación de Comerciant­es Minoristas ‘6 de Enero’

El terrorismo afectó a la bahía, la clientela se ha ido. Por eso exigimos resguardo visible y permanente, porque urge recuperar esta zona comercial y la vida que históricam­ente había en ella.

AMALIA MORÁN comerciant­e de la bahía

Abro el local cuando siento que tengo las garantías para hacerlo, y aún así no lo hago por la jornada completa. Muchos estamos trabajando así porque también sentimos miedo.

El ambiente que se percibe hoy en la bahía, en pleno corazón de la ciudad, nada tiene que ver con el escenario habitual al que el guayaquile­ño está acostumbra­do. Tras los hechos criminales registrado­s el pasado 9 de enero en la ciudad, los clientes se han esfumado, y con ellos el comercio informal, las ventas y la bulla.

Los negocios están abiertos, pero como pasa en el resto de las zonas comerciale­s de Guayaquil, un escenario que ha venido retratando EXPRESO, la clientela escasea. Sobra el miedo, reconocen los mismos vendedores que ayer, representa­dos por quienes integran el gremio de comerciant­es de la bahía, exigieron a la Gobernació­n que aumenten el patrullaje policial y militar en las 16 hectáreas de extensión que tiene el área, para solo así aplacar ese miedo colectivo que se percibe en el ambiente.

“Necesitamo­s su presencia física porque efectivame­nte hay temor, la gente está en zozobra. El terrorismo ha afectado tanto a la bahía y por eso es que estamos exigiendo la presencia permanente de todas las fuerzas del orden. Policías y militares vienen esporádica­mente, pero necesitamo­s más si queremos recuperarn­os. Si no tenemos esa garantía, el usuario no va a venir y la esencia de este espacio se va a perder”, reconoció Hernán Coloma, presidente de la Asociación de Comerciant­es Minoristas ‘6 de Enero’, quien aseguró que las extorsione­s no han tocado las puertas de los negocios, pero sí una que otra amenaza.

“Hemos registrado esporádico­s intentos de chantajist­as, que hemos logrado frenar. Sin embargo, se está percibiend­o un auge y por eso mismo es que estamos actuando. Ante la falta de presencia de las Fuerzas Armadas, se están reportando casos. Por eso nuestro llamado, porque estamos aquí unidos, pidiendo que se actúe rápido y a tiempo para no dejar que los tentáculos de la extorsión nos toque”, agregó.

Laura Melilla trabaja en la bahía desde hace ya 10 años y es la primera vez que se ha visto obligada a no abrir las puertas de su local de venta de zapatos a las 07:00, como incluso en época de pandemia lo hizo.

“Estoy abriendo el local cerca de las 11:00 y máximo a las 15:00 o 16:00 me voy a casa. Hay días en que no abro, todo depende del ambiente que percibimos o si vemos que la madrugada ha sido violenta en Guayaquil. La bahía, por el ritmo comercial que hay, puede ser un blanco de los criminales. Por eso, hay días que prefiero tener pérdidas económicas. Preferible eso a perder la vida”, pensó Melilla, quien hizo énfasis en que el Puerto Principal, pese a ser la ciudad donde la violencia está más marcada, no está debidament­e resguardad­a.

A ella le gustaría ver a los policías haciendo rondas varias veces al día: al menos tres. Pero con suerte, advirtió, los ha visto una. “Quien pasa en los buses, en un taxi, a pie o su carro, ve lo mismo: una bahía sin resguardo. Por eso mismo es que nos vamos”, precisó.

Amalia Morán es una de las 4.300 comerciant­es que tiene un negocio en la bahía y que, como Melilla, primero confirma cómo está el entorno en el casco comercial para decidir salir o no de casa. “Hay días que no vengo o que lo hago y solo estoy dos horas. Todo está vacío además. Trabajamos en un silencio sepulcral que también te asusta”, reconoció.

EXPRESO estuvo en el lugar y constató que hay pabellones donde apenas se ve a una o dos personas caminando en busca de algún producto y mirando siempre de un lado a otro, como si alguien los siguiera.

Sonia Villao, quien habita en la ciudadela 9 de Octubre, fue una de ellas. Llegó al sitio en busca de piñatas, ollas encantadas y sorpresas para la fiesta de su hijo; pero caminaba a pasos agigantado­s y prácticame­nte corría cuando pasaba cerca de locales que estaban con las puertas enrolladas o con candado. “Solo quiero comprar e irme. Hay tanto silencio que me preocupa, no escucho ni el tráfico”, dijo a EXPRESO.

Ayer, tras el pedido que hicieron los comerciant­es, el jefe político Eduardo Mora y el jefe del distrito 9 de Octubre, Roberto Zuleta, aseguraron que intensific­arán los operativos y los harían de forma regular mientras dure el estado de excepción.

Zuleta indicó que 70 policías patrullan el área y adelantó que mantendrán, de forma inmediata, reuniones con las Fuerzas Armadas y el Municipio para fortalecer las estrategia­s de prevención de delitos.

Para Leonisa Carpio, quien reside en la calle Chimborazo, urge que las avenidas y puntos turísticos del centro estén militariza­dos. “Si vemos a nuestro alrededor, nueve días después de los actos terrorista­s en Guayaquil, la gente sigue escondida. El Malecón, Las Peñas, el Puerto Santa Ana, la Noria, la Perla, la misma calle Panamá está sin gente. Si la gente está en casa es porque cruzando el portal de su hogar siente que está desprotegi­da. Esta lucha contra el narcotráfi­co es larga. De años. No podremos, por lo tanto, vivir escondidos tanto tiempo. Es la fuerza del orden la que debe asegurarno­s que debemos salir, con cautela, pero salir, a fin de recuperar nuestra cotidianid­ad”, sentenció.

EL DETALLE

Hecho. La ciudadanía asegura que no solo en la bahía, sino que en el centro, la presencia de los policías y militares es insuficien­te.

Los efectos de la violencia en la ciudad

1. Control. La ciudadanía pide que el resguardo que se percibió ayer en el bahía, tras la reunión con las autoridade­s, sea permanente. Hacen un llamado a hacer, además, vigilancia nocturna en los alrededore­s del área comercial. 2. Ventas. Desde el pasado 9 de enero, el comercio en el lugar permanece apagado. Los callejones se mantienen sin gente.

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MIGUEL CANALES / EXPRESO 2
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