Diario Expreso

Las lavanderas de río también están en peligro por la polución

La contaminac­ión acaba con la tradición de fregar ropa a orillas de los afluentes ❚ El uso de la batea y la paleta también se pierden ❚ En aguas turbias no se lava

- VANESSA LÓPEZ QUIÑÓNEZ ESPECIAL EXPRESO

Diez ‘paletazos’, más jabón y el restriegue con fuerza del cepillo en el pantalón, sacan la suciedad de la tela blanca y gruesa. Era ya una de las últimas piezas que Maribel Pai tenía que lavar, poner a reposar en detergente, antes de enjuagar y torcer toda la ropa del día.

Está en el río Nadadero, en San Lorenzo, en uno de los puntos menos contaminad­os donde aún se puede lavar por encargo o la propia ropa de casa, cuando el agua en el grifo se ausenta.

Con sus dos hijos que nadan y juegan bajo un sol resplandec­iente y una sobrina que le ayuda con una parte de la tarea, la mujer de 35 años cumple la labor de lavar los vestidos de sus pequeños y otra ropa ajena, de una vecina específica­mente, por la que cobrará cinco dólares.

EL DETALLE

Contaminac­ión. Los ríos como el Bogotá y el Tululbí son contaminad­os de manera constante por la minería descontrol­ada.

El oficio de lavar ropa ajena lo heredó de su mamá. “Aquí venimos cada dos días a lavar ropa. Cuando llueve y está crecido, se limpia. Como en nuestro barrio no está llegando el agua, mi vecina me ofreció una tina de ropa”, le cuenta a EXPRESO mientras tuerce las piezas y su sobrina golpea la ropa con una paleta de madera (mazo achatado) en la peña.

Cerca de ahí, en el mismo cintillo de concreto (que construyó alguna autoridad de la ciudad en varios puntos del río para que la faena de las lavanderas sea más cómoda), está Mercedes Gómez. Ella ya lavó temprano su ropa, pero ahora sigue con las vajillas y ollas. Además, una de sus hijas pica en la peña cebolla, ajo y hierbita. “Es para un refrito, para el almuerzo”, cuenta.

Mercedes no lava ropa ajena, pero junto a Maribel son de las pocas mujeres que usan el río para lavar. “Antes todo el río se llenaba de lavanderas, sobre todo los sábados. Había que madrugar para alcanzar piedra”, rememora una vieja época.

A lo largo del río Nadadero, que cruza la ciudad, son apenas tres puntos donde suelen ir no más de 20 lavanderas. El resto de los sitios donde antes era común encontrar hileras de ellas, están vacíos porque el agua está contaminad­a.

Pasa igual con los caudalosos ríos como el Bogotá y el Tululbí que bañan otras comunidade­s esmeraldeñ­as como Calderón, San Francisco y Ricaurte, situada en los alrededore­s de San Lorenzo. Ahí, a diario se observaban lavanderas con sus bateas llenas de ropa que transporta­n en sus cabezas, paletas de madera en mano y hasta sus ollas para cocinar el almuerzo. Costumbre que se extingue con la claridad de los afluentes de esa zona de Esmeraldas.

La historiado­ra y poetisa esmeraldeñ­a Amada Cortés, confirma a EXPRESO que los ríos ya no son fuente de lavado por la alta contaminac­ión. Parte se debe a los desechos y descuido que provocan las mismas comunidade­s, pero sobre todo, y en especial en los ríos de las zonas más rurales, se debe a la contaminac­ión del sector minero. “Las minas han destruido los ríos que eran lugares hermosos, sitios de expansión y espacio de las lavanderas. Ahí, lavando en las piedras, las mujeres conversaba­n, se daban consejos y hasta planificab­an trabajo comunitari­o”, detalla.

Cortés, además, recuerda que las lavanderas de antaño hervían la ropa en latas grandes, en medio de la lavada en el río, y hasta usaban la planta galve como detergente. “Esa ropa les quedaba ‘blanquita’ y olorosa”, añade.

“Otra bella tradición de las lavanderas de antes fue el usar las cenizas de las leñas, porque antes en San Lorenzo se cocinaba todo a fogón, y dejaban remojar esas cenizas todo un día. Al siguiente, le quitaban el agüita de las cenizas y ese era el cloro, que ni teñía ni manchaba”, recuerda.

La historiado­ra lamenta que tras la contaminac­ión de los ríos, que quitó esa parte turística y autóctona a esa zona del norte del país, aún las autoridade­s de la zona no hayan trazado proyectos serios para su recuperaci­ón. “Las lavanderas del río eran parte del atractivo de nuestros pueblos. Los turistas venían y observaban la hilera de mujeres que llenaban el río con sus grandes bateas, pañuelos en la cabeza y lavaban, conversaba­n y reían”, destaca.

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VANESSA LÓPEZ / EXPRESO 1
 ?? ?? Lavado y baño en el Nadadero
1. Nadadero. El río Nadadero tradiciona­lmente permanecía lleno de lavanderas, desde que salía el sol hasta antes de que oscurezca. Ahora son muy pocas quienes lo visitan.
2. Trabajo. Un par de mujeres lava ropa ajena, como trabajo, mientras sus hijos se divierten en el agua. 2
Lavado y baño en el Nadadero 1. Nadadero. El río Nadadero tradiciona­lmente permanecía lleno de lavanderas, desde que salía el sol hasta antes de que oscurezca. Ahora son muy pocas quienes lo visitan. 2. Trabajo. Un par de mujeres lava ropa ajena, como trabajo, mientras sus hijos se divierten en el agua. 2

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