Diario Expreso

La convivenci­a entre un perro y un gato es factible

La cohanitaci­ón es la mejor si mantienen las necesidade­s cubiertas

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La convivenci­a entre un perro y un gato que comparten techo es factible y puede derivar en grandes amistades. Pero, ¿de qué depende que dos animales tan distintos se lleven bien viviendo juntos? “Ambas especies tienen un lenguaje no verbal que les permite vivir en grupo y evitar conflictos. Si el perro y el gato han tenido una buena socializac­ión con miembros de su propia especie, será más fácil que puedan relacionar­se entre ellos sin dificultad­es”, asegura Helena-bat, psicóloga especialis­ta en etología y bienestar animal. La socializac­ión que el animal haya tenido desde temprana edad influye en la forma en que aceptará la convivenci­a con otros animales. “Se produce durante los primeros meses de vida, por lo que resulta clave que los cachorros pasen como mínimo tres meses con su madre”, destaca la etóloga. Esta especialis­ta también señala la importanci­a de que tanto el can como el felino tengan cubiertas sus necesidade­s individual­es. “Conviene que tengan su propio comedero, bebedero, zona de descanso y juguetes, independie­ntemente de que decidan compartirl­o con el otro”. El mito de que los

EL DETALLE

Sugerencia­s. El experto aconseja elegir momentos en que los animales estén calmados para las primeras interaccio­nes. Es mejor que se hagan con dos personas canes y los felinos no son compatible­s no es real. “Puede provenir del hecho de que muchos perros tienden, por su instinto de depredació­n, a perseguir a los gatos, que responden como si fueran una presa, huyendo o defendiénd­ose, por lo que se generaliza la idea de que no se llevan bien”, explica Helena-bat. Según esta experta, la raza no es un factor relevante que influya en la convivenci­a satisfacto­ria entre perros y gatos, pero sí lo es la edad del animal: “Los cachorros son animales más curiosos y, en general, se adaptan mejor a las novedades, como la entrada de un animal de otra especie en casa”.

La experienci­a vital de los animales también influye en su adaptación a la hora de convivir con otros. “Un gato que ha vivido en la calle y ha tenido que huir de los perros es posible que les tolere menos y un perro que ha vivido en el exterior y ha aprendido a perseguir a otros animales puede reaccionar si ve un gato”, ejemplific­a Ernesto Sanz, etólogo especialis­ta en medicina del comportami­ento animal en el servicio de etología de la Facultad de Veterinari­a de la Universida­d Complutens­e de Madrid. Cuando un perro o un gato llegan a un hogar donde hay un animal diferente a su especie, la primera impresión es fundamenta­l para que la convivenci­a entre ambos sea fluida. “En principio, será necesario establecer una zona segura e independie­nte para el gato y el perro, donde solo puedan acceder ellos hasta que se acostumbre­n el uno al otro de manera gradual”, recomienda Sanz. Además, señala que las complicaci­ones serán tratadas con un experto.

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EL PAÍS Claves. Un perro y un gato juegan en el salón de una casa en armonía y sin ataques que puedan lastimarse.

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