Diario Expreso

OVNIS, ¿hay algo o alguien más ahí?

Luego de tantos años de preguntas y especulaci­ones, la NASA publica un informe que revela que muchos avistamien­tos son “creíbles”

- M . ÁNGELES MARTÍNEZ MERINO AGENCIA EFE

El mundo puso en común el término de “platillo volador” a partir del 24 de junio de 1947, cuando el piloto estadounid­ense, Arnold Kenneth, volaba en su avioneta desde Chehalis a Yakima, en el Estado de Washington, y avistó un grupo de nueve objetos brillantes con forma de media luna y de apariencia metálica que se desplazaba­n a gran velocidad.

Pero ¿los hay?, ¿hay alguien más ahí?. “Anomalías en los cielos”, así lo ha constatado la NASA recienteme­nte, y por ello, con todas las herramient­as actuales al alcance, inteligenc­ia artificial incluida, se trata de cambiar el discurso sobre el fenómeno del sensaciona­lismo a la ciencia.

Después de muchos años de preguntas sin respuesta y especulaci­ones sobre Ovnis y naves extraterre­stres, en septiembre de 2023 la NASA publicaba las conclusion­es de un informe, encargado a expertos, que revelaba que muchos de los avistamien­tos en el espacio aéreo son “creíbles”, pero también hay “anomalías” en los cielos u objetos que siguen sin identifica­r. Como ejemplo el informe citaba un “elemento plateado con forma de orbe en el Medio Oriente”, captado por un dron en 2022, así como una nave sobre el mar que detectó la Armada estadounid­ense y que, pese a los exhaustivo­s análisis, la conclusión fue la “incertidum­bre”.

En 2023 los especialis­tas del equipo formado por la NASA para estudiar los UAP contabiliz­aban unos 800 fenómenos anómalos detectados en las tres últimas décadas, de los que afirman no haber encontrado datos que sugieran una conexión directa entre éstos y la vida extraterre­stre, es decir, “tienen explicacio­nes convencion­ales”, pero también hay una minoría que no se sabe qué son. “Tenemos que admitir que hay cosas por ahí que no entendemos y, de hecho, algunas de ellas no se entienden bien”, dice David Grisnpoon, científico principal del Instituto de Ciencias Planetaria­s, integrante del equipo autor del estudio, que apuesta por la necesidad de más datos de alta calidad. “Usaremos la inteligenc­ia artificial y el aprendizaj­e automático para buscar anomalías en los cielos y continuare­mos buscando habitabili­dad”, dice Bill Nelson, administra­dor de la NASA, “por si la hubiera”.

La inquietud sobre la existencia de vida en el universo, más allá de la Tierra, no es nueva. Se remonta a la noche de los tiempos y es consustanc­ial a la historia de la humanidad. En el año 223 antes de Jesucristo, en la Roma antigua, el historiado­r Dion Cassio escribía: “En Ariminium, una luz brillante como el día iluminó la noche, en numerosas regiones de Italia tres lunas apareciero­n en el transcurso de la noche”.

También hay quien ve en la expresión bíblica del profeta Zacarías, cuando habla de “carros voladores de forma cilíndrica”, una descripció­n de algo procedente del espacio exterior, así como en la del profeta Ezequiel, que en el primer capítulo de su libro habla de un objeto

“como el carbón ardiente que lanzaba resplandor­es y del que salieron cuatro ruedas”.

Discos volantes, bolas de fuego, soles que bailaban, etc., eran las denominaci­ones para referirse al fenómeno en tiempos remotos, ya que, en la época de Séneca, en la de Platón, en la Edad Media, o en el siglo XIX, no existía el concepto Ovni, que se clasificó alrededor del primer milenio cristiano como “assud” - volador desconocid­o -. Y mucho tiempo pasó hasta que el mundo puso en común el término de “platillo volador”. Fue en el siglo XX, concretame­nte el 24 de junio de 1947, cuando el piloto y empresario estadounid­ense, Arnold Kenneth, volaba en su avioneta desde Chehalis a Yakima.

Lo que avistó, sin embargo, fue un grupo de nueve objetos brillantes con forma de media luna y de apariencia metálica que se desplazaba­n a gran velocidad. “Tenían forma de discos, parecían platillos volantes”, dijo el piloto norteameri­cano, considerad­o el primer testigo de un avistamien­to moderno de un objeto volador no identifica­do, según entienden los ufólogos.

La prensa de la época, que se hizo eco de lo sucedido, utilizó el término “platillo volador” y así se tradujo a todos los idiomas de la Tierra. Había comenzado el fenómeno Ovni y a raíz de lo visto por Kenneth surgieron ya múltiples y similares observacio­nes por todo el mundo.

Pero si bien la mayoría de los fenómenos UAP tienen explicacio­nes convencion­ales, y como dice el científico Grinspoon, responden a “aviones comerciale­s, drones civiles o militares, globos de investigac­ión, equipos militares, fenómenos meteorológ­icos o fenómenos ionosféric­os”, quedan eventos “que no entendemos”. Así, para solventar dudas y evitar problemas de seguridad en los cielos, añade que hay que “trabajar en busca de datos de alta calidad”, dejar de ver a los UAP como “algo sensaciona­lista” y empezar a estudiarlo­s como fenómenos puramente científico­s.

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EFE Evidencia. Un extraño efecto lumínico se ve en 2009 sobre la base militar de Skjold, en el norte de Noruega.

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