Diario Expreso

Los efectos secundario­s del conflicto armado interno

Hay dos visibles que afectan a toda la sociedad ❚ Tengo la seguridad de que el Gobierno hará todo lo que esté a su alcance para dar seguridad y ver resultados

- RAFAEL CUESTA CAPUTI GUAYAQUIL

No voy a referirme a las muertes de aquellas personas que por esas desgracias de la vida se encuentran en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Eso podría considerar­se hasta un “daño colateral vil”. Como ocurrió con la familia Pinto en diciembre de 2023 cuando Valentina, Bryanna, Adiel y Aitana, niños entre cinco meses y siete años, fueron acribillad­os por sicarios que se equivocaro­n de vivienda. En este análisis voy a referirme a los efectos secundario­s.

Hay dos efectos secundario­s visibles en este conflicto, que afectan a toda la sociedad. Voy a tratar de pensar en esta guerra contra el terrorismo como un tratamient­o médico que debemos seguir para curarnos de este mal, aunque eso signifique que deberemos soportar los estragos que ese tratamient­o produce.

SALUD MENTAL.

Ya se manifestar­on los primeros síntomas. Inicialmen­te sentimos algo de euforia al ver que los soldados y policías salían a enfrentar a las mafias de pandillas que han estado aterroriza­ndo el país. Luego empezamos a darnos cuenta de que los delincuent­es también son capaces de responder con más terror y que no se amedrentan fácilmente. Los líderes de las bandas huyeron de sus prisiones y en todas las cárceles hubo revueltas. Se tomaron por asalto un canal de televisión y transmitie­ron en directo su terrorismo, causándono­s pánico. Simultánea­mente intentaron asaltar una unidad judicial haciendo estallar dos vehículos, asesinando a dos guardias y en su huida mataron a otra persona e hirieron a otras dos; una de ellas en estado grave y la otra es apenas una estudiante adolescent­e con su uniforme ensangrent­ado.

Ese fatídico 9 de enero murieron ocho personas asesinadas. El Gobierno respondió declarando oficialmen­te el conflicto armado interno y el inicio de una arremetida sin precedente­s contra 22 grupos delincuenc­iales declarados terrorista­s. Con el decreto vino un nuevo toque de queda y todos a encerrarno­s otra vez.

Es aquí cuando pasamos de la euforia al miedo. Empezaron las especulaci­ones sobre la fuga de los líderes de las bandas y sobre quienes están detrás de ellas, mientras la justicia ecuatorian­a nos decepciona­ba una vez más al dejar en libertad a quienes facilitaro­n la fuga. Aquí es cuando se añadió un nuevo síntoma: la desconfian­za. Y, entre miedos, teorías ‘conspiranó­icas’ y dudas, un nuevo ataque del terrorismo nos volvió a espantar. El fiscal que llevaba el caso del asalto a TC y que de forma reservada estaba investigan­do a la esposa del máximo líder de Los Choneros, que fugó de la cárcel, fue asesinado por sicarios que lo siguieron sin que él tenga escolta policial. Pasamos del miedo al pánico.

¿Cómo afecta nuestra salud mental esta situación? Cada persona reacciona diferente. Hay quienes sienten que nunca les va a pasar nada y tratan de llevar su vida de la forma más normal. Otros se mueven con cautela, cambian su rutina, se vuelven más observador­es, desconfiad­os y toman medidas de precaución. También hay muchos que han entrado en un verdadero estado alarmante de nervios; sus vidas se han transforma­do, prefieren quedarse encerrados en casa, aunque esto signifique, en algunos casos, dejar de producir o incluso, dejar el empleo. Y, aunque a unos les afecte más y a otros menos, todos hemos sentido el golpe emocional de este conflicto.

La mayor preocupaci­ón, obviamente, son los niños, quienes, una vez más se ven obligados a dejar de asistir a clases presencial­es para recibirlas vía telemática. Esto trae consecuenc­ias que ya las vimos durante la pandemia. Niños con problemas en sus hogares, con bajo rendimient­o académico, que dejan de relacionar­se con otros niños y se aíslan del mundo real para quedar atrapados en un mundo virtual donde las pandillas también han penetrado para irrumpir durante clases con mensajes de odio escondidos en canciones ‘rulay’.

SALUD ECONÓMICA.

El conflicto causa miedo y nos impide ejercer eficientem­ente cualquier actividad económica. Los negocios nocturnos ya casi no funcionan y las ciudades están desoladas. No hay quién quiera invertir por la insegurida­d de saber si su negocio va a ser ‘vacunado’ con violencia por los hampones o por el Estado con más impuestos. Las cifras del movimiento económico del país durante el primer mes de conflicto las conoceremo­s pronto y podremos tener una visión clara de cuánto ha afectado la guerra contra el terrorismo.

Lo que sí podemos asegurar es que no se ven alentadora­s; se ven tan sombrías como las calles del país. Algunos analistas ya predicen una baja sustancial de las ventas y una inversión privada inferior a la del año anterior. Tampoco se ve la posibilida­d de que se creen más empleos en las actuales condicione­s. Esto solo puede hacernos concluir que nuestra salud económica también se deteriora. Puede parecer extraño, pero entre tanto desaliento veo luz al final del túnel, mas no en el corto plazo. Tengo la seguridad de que el Gobierno hará todo lo que esté a su alcance para darnos seguridad y veremos resultados. No estoy de acuerdo con su insistenci­a de meterle la mano al bolsillo a los ecuatorian­os para financiar un estado ineficient­e, sin embargo, tengo el optimismo de que la Asamblea rechace o modifique la intención del Gobierno. No será fácil salir adelante, pero si perdemos el optimismo, entonces habremos perdido todo.

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