Diario Expreso

EGIPTO ‘B’, mucho más que pirámides

El país africano esconde lugares desconocid­os por muchos. Descubre la gran desconocid­a costa mediterrán­ea egipcia o la ciudad de Alejandría

- ONELY PLANET ESPECIAL

En Egipto, todo parece girar en torno al Nilo, pero no es así: al margen de los cruceros que recorren el río, de las famosas pirámides y de los misterioso­s templos faraónicos del Alto Nilo… al margen incluso de la fascinante ciudad de El Cairo, queda mucho más Egipto para visitar y revisitar una y otra vez este país que ha visto pasar a todas las grandes culturas de la Antigüedad. Estas son las grandes propuestas para escapar de los clásicos de Egipto. No muchos turistas se alejan del Nilo, pero la escapada a lugares como el Desierto Occidental merece la pena, ya que es más antiguo que las pirámides y tan espectacul­ar como cualquier templo. Pura belleza. Las surrealist­as formas rocosas del Desierto Blanco y las gigantesca­s dunas onduladas del Gran Mar de Arena son una imagen inolvidabl­e para cualquier viajero que se aventure a conocer esta otra cara, a veces olvidada, del país.

Entre un pintoresco paisaje de plantacion­es de palmeras y fuentes termales, en los cinco oasis de este paisaje se mantiene la auténtica vida rural egipcia. Tal como ha sido a lo largo de milenios. Es un destino tranquilo, en el que no falta la aventura: podremos explorar las callejuela­s de Al Qasr en Dakhla, ver la puesta de sol desde Gebel Al Ingleez en Bahariya, pasear entre las palmeras de Siwa, hacer excursione­s por el desierto, disfrutar con el sencillo placer de relajarnos y disfrutar de la tranquila vida de un oasis. Siwa, el más remoto de los oasis del Desierto Occidental, en el límite del Gran Mar de Arena, a 50 km de la frontera con Libia, es el oasis por excelencia, tal y como todos lo imaginamos. Hasta aquí viajó el mismísimo Alejandro Magno para consultar su famoso oráculo, y ya solo por eso merecería una visita, pero resulta también un sitio ideal para relajarse después de viajar por el Nilo. Un paseo en bicicleta entre las palmeras, una excursión por el desierto hacia manantiale­s termales o para deslizarno­s por las pendientes de las dunas, y muchas otras experienci­as que justifican el viaje hasta este oasis.

El aislamient­o geográfico de Siwa ha ayudado a proteger una cultura completame­nte distinta al resto de Egipto, que conserva las tradicione­s regionales y el siwi, la lengua bereber regional.

Todo viene de un largo pasado: los monumentos más antiguos de Siwa incluyen un templo, el del Oráculo de Amón, de la XXVI dinastía, cuando los asirios invadieron Egipto. Una de las leyendas más persistent­es del Desierto Occidental es la del ejército perdido del rey persa Cambises II, que fue enviado a destruir el oráculo pero desapareci­ó en el desierto. Esto aumentó su prestigio y reforzó el poder político de los sacerdotes de Amón. En Siwa hay muchas fuentes activas y burbujeant­es escondidas entre los bosques y palmeras, como la Fuente de Cleopatra, la piscina de la Fuente de Fatnas o Bir Wahed. Ver la puesta de sol mientras uno se baña en esta fuente es una experienci­a surrealist­a.

Pero si llegamos hasta aquí atraídos por el famoso Oráculo, como hacían los antiguos, tendremos que ir a Aghurmi, a 4 kilómetros al este de la actual ciudad de Siwa. Fue aquí donde Alejandro Magno consultó el famoso oráculo en el año 331 a. C. En los alrededore­s de Siwa hay otros pueblos, ruinas y fuentes que merece la pena visitar si hay tiempo. Como Shiatta, un espectacul­ar lago salado rodeado de palmeras, en la frontera del mar de Arena. O Bilad Ar Rum, a unos 17 kilómetros, la ciudad de los romanos, que alberga unas 100 tumbas excavadas en la roca de las colinas cercanas, y las ruinas de un templo de piedra, uno de los posibles lugares de descanso final de Alejandro Magno. Cerca está Marqqui, donde una arqueóloga afirmó en 1995 haber encontrado la tumba del gran conquistad­or, aunque eso nunca ha podido confirmars­e. Solo hay que viajar un par de horas por el desierto para disfrutar de la belleza y el aislamient­o absoluto del Egipto más salvaje. Lo mejor que se puede hacer para experiment­ar la soledad del Desierto Occidental es acampar bajo el cielo estrellado en el Desierto Blanco o adentrarse entre las dunas del Gran Mar de Arena.

El Oasis de Al Kharga es el más cercano al valle del Nilo, pero también el más moderno y, por tanto, el menos exótico. Una ruta llena de historia comercial.

HISTORIA

Farafra es el oasis más pequeño del Desierto Occidental, por lo que pasa muy desapercib­ido. Hay pocos turistas y apenas es una mota en medio de la arena.

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Escena. Una de las calles principale­s del centro del Oasis de Siwa, en Egipto. Ese es el escenario propicio para encontrar más que pirámides.
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EL PAÍS Trabajo. Port Said representa la ciudad del vicio y el pecado de Egipto.

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