El candidato Ron Desantis: la anatomía de una caída
La difunta candidatura del gobernador de Florida, quien era visto como el único republicano capaz de derrotar a Trump ❚ Una campaña con fallos y sin carisma
En el clásico del nuevo periodismo político What It Takes (Lo que se necesita), Richard Ben Cramer seguía el desempeño en las primarias de seis candidatos a las elecciones de EE. UU. de 1988, a partir de una pregunta: “¿Qué clase de fe podría empujar a, digamos, una decena de ganadores habituales a sacrificar sus vidas y las de sus seres queridos para participar en una embarazosa partida de dados pública en la que todos menos uno están condenados al fracaso?”.
EL DETALLE
Proyección. Desantis lanzó campaña en mayo de 2023. Encuestas lo situaban como capaz de batir a Trump en las primarias.
Cabría hacerle esa pregunta a Ron Desantis, que el domingo admitió su derrota y decidió abandonar la campaña para obtener la designación republicana tras el fiasco de la semana pasada en los caucus de Iowa y de una estrategia plagada de fallos de cálculo. Y eso que le tocó una buena mano en la partida de dados: venía de arrasar en su reelección como gobernador de Florida, en la misma cita en la que el rival al que batir, Donald Trump, se llevó un buen varapalo. Los republicanos parecían listos al fin para levantar el estado de excepción impuesto por Trump en el partido desde 2016, y Desantis, ganador en serie, parecía el candidato ideal para dar el último empujón al magnate.
Tanto lo repitieron los medios y tan fuerte lo deseaba el establishment republicano, que Desantis creyó que aquello estaba hecho. Algo más de un año después, ha pasado a engrosar la larga lista de quienes subestimaron a Trump, a cuya candidatura ofreció su apoyo el domingo en un vídeo de renuncia, publicado dos días antes de la segunda parada del proceso de primarias, en Nuevo Hampshire. Lo hace, dijo Desantis, porque considera al expresidente “superior a cualquiera de los contendientes, incluido [Joe] Biden”, y porque ve inaceptable “volver a la vieja guardia republicana de antaño”. Le faltó añadir también que ha tomado esa decisión pese a que Trump se ha dedicado a fondo en estos meses a insultarlo y ridiculizarlo.
El gobernador de Florida, que se presentaba ante los votantes como una versión de Trump sin el drama y los sobresaltos en los que el magnate parece vivir cómodamente, no contaba con que los líos de este con la justicia -con la que tiene asuntos pendientes, entre otros, cuatro casos penales por un total de 91 delitos- fueran a catapultar de nuevo su fama entre el electorado conservador. No se lo puede culpar por ello: Trump es un caso excepcional en la historia de la política estadounidense por muchos motivos, pero sobre todo porque en sus ocho años en la escena ha pasado por situaciones (el ataque al Capitolio, dos impeachments e incontables acusaciones en los tribunales) que habrían acabado con la carrera de cualquier otro, pero que a él solo parecen hacerlo más fuerte.
Otro diagnóstico extendido entre los forenses del cadáver de la candidatura de Desantis es que este se demoró demasiado en lanzarse a la carrera por la designación republicana. En lugar de hacerlo después de las elecciones de noviembre de 2022 (tras las que Trump, en una huida hacia delante, arte que domina como nadie, anunció inmediatamente su intención de regresar a la Casa Blanca), se tiró medio año deshojando la margarita, en lugar de saltar al cuadrilátero cuando el principal contrincante estaba tirado en la lona.
Cuando finalmente lo hizo, una desastrosa presentación en Twitter sirvió de ominoso preámbulo a una campaña mal gestionada, cuyo protagonista evitó durante demasiado tiempo el cuerpo a cuerpo con el expresidente y que estuvo lastrada por su robótica falta de carisma y su alergia a lo que en EE. UU. se conoce como el arte de la “retail politics”, la política al por menor: el contacto con el votante, besar a los niños, estrechar la mano de las fuerzas vivas, esas cosas que requieren de un talento del que Desantis a todas luces carece.
El gobernador pensó que a él no le haría falta, y que sería suficiente con presentarse avalado por su impresionante currículo (veterano de la Armada y licenciado por las universidades de Harvard y Yale); por su reputación de hombre de familia intachable, sin asomo de la clase de escándalos que acosan a Donald Trump desde antes de que decidiera presentarse en 2015, y por la lista de sus logros en Florida, que no se cansó de presentar como “la tierra de la libertad” en la que “lo woke” (la progresía) va a morir.
LA FRASE No tenemos un camino claro para la victoria. Por eso, hoy suspendo mi campaña. RON DESANTIS, gobernador de Florida