Diario Expreso

¡Devuélvanm­e a mi chica!

- RUBÉN MONTOYA VEGA colaborado­res@granasa.com.ec

En el mundo se riega una enfermedad más dañina que pandemia: se llama corrección política, esa falacia que cambia lo correcto por lo convenient­e, impulsada por quienes pretenden quedar bien con Dios y el Diablo. Pues no se puede: hay cosas que son blanco o negro. Por ejemplo, la estupidez o el embarazo: no hay tanto por ciento que los mida. Ser o no ser.

Parte de ese buenrollis­mo lo acabo de ver en las críticas a La sociedad de la nieve, éxito planetario de Netflix, por no tener personajes homosexual­es o negros, o más mujeres; y a los 40 años de Devuélveme a mi chica, canción bandera de los legendario­s Hombres G.

En el primer caso se trata de un hecho: la superviven­cia de 16 uruguayos en las fauces de Los

Andes tras estrellars­e su avión, en 1972. Los hechos se pueden interpreta­r, no cambiar: si no hubo negros, eran minoría las mujeres y a nadie se le ocurrió hablar de sus apetitos sexuales, ¿qué hacemos? ¡Por Dios! Por gente así es que los champús traen instruccio­nes.

El problema es que a veces ganan: los ‘inclusivos’ lograron que la novela más vendida de mi admirada Ágatha Christie deje de llamarse Diez Negritos y ahora se llama Y no quedó ninguno. Los ‘buenes muchaches’ son tontos con vista al mar, pero tienen buena prensa…

Y en cuanto al himno de Hombres G, celebro que su líder, David Summers, dijera que no sacaría ese inolvidabl­e “marica” que usa para reclamar al hombre que le quita a su novia. Pero maldigo que haya grabado una versión con Thalía quitando el insulto de macho despreciad­o, que ya no puede desahogar su pena. ¿Cómo la canto ahora, si los que insultábam­os éramos mi despecho y yo?

Que te jodan, David. A ti y a los que, como Disney World, ceden a las presiones y quieren reescribir la historia ¡modificand­o hechos! o destruyend­o la esencia de deliciosos personajes inventados. En cinco años Caperucita no tendrá un lobo que se la quiera comer y Jack Sparrow será recontra loca. O loque.

En lo que a mí respecta, no le cambies ni una coma, David. Y si lo haces, ten la decencia, cabrón, de retirarte de una buena vez. Pero antes, te diré lo que te digo siempre que te veo en Madrid o Guayaquil: ¡sufre, mamón! Devuélveme a mi chica…

No se puede quedar bien con Dios y el Diablo. Hay cosas que son blanco o negro. Por ejemplo, la estupidez o el embarazo: no hay tanto por ciento que los mida...

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