Diario Expreso

No hay honor en la humillació­n

- CARLOS ANDRÉS VERA colaborado­res@granasa.com.ec

Veníamos aguantando tal escala de violencia, que parecíamos un caso sin remedio. En las últimas semanas han sido las fuerzas del orden, sobre todo del aparato militar, las que le han entregado algo de calma al país. Hay que reconocer y apoyar el valor de esos soldados, de sus mandos y la decisión política detrás de las decisiones que se han tomado. Por todo eso, soy grato como ciudadano. Sin embargo, hay una mancha en lo alcanzado: los videos de humillacio­nes a las que son sometidos criminales de zonas marginales, muchos de ellos menores de edad.

Tenemos el deber de reflexiona­r sobre esto más allá del placer que puede implicar ver a un delincuent­e siendo humillado (todos hemos caído en esto, me incluyo). Sí, por años ya, la sociedad ha sido la humillada: asesinatos, extorsione­s, terror. El daño que las bandas han provocado es inconmensu­rable y deben pagar por ello. El problema es que no podemos aislarnos del fenómeno de la violencia sin comprender que somos correspons­ables de la tragedia.

Ahí donde hay niños marcados por pandillas, cantando sus consignas, sintiéndos­e orgullosos de pertenecer a una mafia, tenemos correspons­abilidad. Nosotros elegimos a los políticos que se robaron el dinero para sus necesidade­s más básicas. Los padres de esos pequeños se fueron, dejándolos solos. Fuimos incapaces de llegar con acción estatal o privada para brindarles alternativ­as. ¿Qué esperábamo­s entonces? Construimo­s una bomba. La bomba estalló. No podemos entonces regodearno­s en el dolor de los hijos de la sociedad que hemos creado.

No hay honor en la humillació­n. Debemos ser consciente­s de eso y pragmático­s también: esta guerra está lejos de ser ganada. Quienes hoy son humillados, mañana podrían cobrar su venganza a una escala sin precedente­s. Cuidado. Ganar no pasa solo por someter y neutraliza­r gatilleros. Ganar pasará por desmontar estructura­s de lavado de activos y ver a los grandes capos tras las rejas (ojalá también, extraditad­os). Luego, ganar será llevar oportunida­des a las zonas que, por décadas, han sido abandonada­s. A nivel personal, ganar será conservar nuestra humanidad, a pesar de los placeres superficia­les e inmundos que ofrece esta guerra que nos buscamos.

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