Diario Expreso

Guerra de corruptos y lo normal

- Federico P. Koelle D.

Dando continuida­d al artículo Mercaderes, de Jaime A. Rumbea en EXPRESO del 20 de enero, que muestra la historia del camino de lo ilegal hacia lo legal, la guerra interna involucra tal transición. No estoy de acuerdo en que la informalid­ad sea de tránsito, ni que tenga matiz de ilegalidad, pues como escribe Rumbea, “la cuestión moral queda por fuera”; cuánto de lo ‘legal’ en el país no es ilegal. Esta ‘guerra’ no es solo de GDO, incluidos narcos, ni de Fito, que son brazos armados, nada más. La guerra es de un Estado dentro del Estado o Estado paralelo, representa­do por ladrones de levita no visibles que han corrompido a la sociedad con dineros ‘paradisiac­os’. La historia universal de la humanidad viene acompañada de corrupción, iniciada por quienes buscan mañosament­e provecho ‘adicional’. El corruptor se beneficia a costa de otros; rompe el principio de equidad y corroe la voluntad democrátic­a. Incrementa su poder generando, con personas equivalent­es, supremacía­s locales, regionales y globales, y guerras entre ellos (competenci­a), donde la corrupción se normaliza y la ética pasa a ser una entelequia; adornan sus andares con maquillaje de ‘competitiv­idad’. A medida que crecen poderes mal habidos (antidemocr­áticos) aumenta la concentrac­ión de capitales y la pobreza social, un fin en sí. Arrastran la ilegalidad, se sistematiz­an, se normalizan. Se desvanece la palabra corrupción pues el funcionami­ento del sistema dominante ya no sería corrupto sino normal en el transcurso de ilegalidad a legalidad (tiempos coloniales nombramien­tos de piratas como ‘lords)’. Lograr paz y justicia siempre es un proceso, nunca se logra realmente; hay que darle un nuevo concepto a la democracia representa­tiva para impulsarlo. ¿Un levantamie­nto general o guerra anormal?

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