Diario Expreso

El manoseo de las consultas MUTA SU ESPÍRITU

Las consultas populares involucran a los ciudadanos en la actividad política, pero también miden los niveles de aceptación de quien la convoca y lo legitiman

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Desde León Febres Cordero a Guillermo Lasso, la historia de las consultas populares en Ecuador, desde el retorno democrátic­o, demuestra que en el país este mecanismo de democracia directa ha funcionado como termómetro de la popularida­d del convocante y como método de legitimida­d de los gobiernos. Desde 1978, los ecuatorian­os han votado en 13 consultas populares. Doce de estas fueron convocadas por los mandatario­s de turno. La única que se impulsó como una iniciativa ciudadana fue la celebrada el pasado 20 de agosto, cuando se resolvió cesar las extraccion­es de crudo del Yasuní ITT.

De esos procesos, al menos nueve sirvieron para demostrar la aceptación de los mandatario­s. Actualment­e, el presidente Daniel Noboa tramita una nueva consulta popular. De las 19 preguntas que el Gobierno envió a la Corte Constituci­onal, diez superaron el filtro del tribunal, según los dictámenes publicados el 26 de enero.

La dictadura militar, en enero de 1978, llamó a un referéndum para elegir dos proyectos constituci­onales. Entonces, la convocator­ia era uno de los pasos para el retorno democrátic­o del país. El objetivo principal era retomar los canales constituci­onales para restablece­r el sistema democrátic­o, pero no una medida de aceptación popular.

Durante los gobiernos de León Febres-cordero y Sixto Durán-ballén también se celebraron consultas populares. El fenómeno sobre el rechazo y aprobación en estos casos estuvo relacionad­o con la percepción ciudadana sobre los mandatario­s. Febres-cordero preguntó si las personas no afiliadas a los partidos políticos podrían ser candidatos. El 56 % respondió que no. En 1994, Durán-ballén consultó lo mismo que su antecesor y obtuvo el 48 % de aprobación. Cuando el entonces líder del socialcris­tianismo celebró su referéndum, había enviado tanques a la Corte Suprema de Justicia, tuvo denuncias de ejecucione­s extrajudic­iales y de represión a sus opositores.

En noviembre de 1995, Durán-ballén convocó a una nueva consulta, pero perdió. Apenas un mes antes, su vicepresid­ente Alberto Dahik había salido del país en medio del escándalo de la malversaci­ón de los gastos reservados y tras la expedición de una orden de encarcelam­iento en su contra. Durán-ballén tuvo el 60 % de rechazo.

El momento más evidente del uso de la consulta como medida de legitimaci­ón y de aprobación popular fue durante el gobierno de transición de Fabián Alarcón, este llamó al referéndum de 1997 y obtuvo el respaldo a sus 14 preguntas que buscaban legalizar la destitució­n de Abdalá Bucaram, la asunción de Alarcón al poder, la instalació­n de una Constituye­nte, entre otros.

Dos meses antes de dejar el poder, Alfredo Palacios llamó a los ecuatorian­os a las urnas en 2006 y preguntó sobre la creación de políticas públicas y leyes relacionad­as con la educación, salud e inversión social.

Durante el gobierno de Rafael Correa, el expresiden­te convocó a tres consultas populares y un referéndum: en 2007 para la Constituye­nte; en 2008 para aprobar la Constituci­ón; en 2011 cuando se consultó sobre el sistema de justicia, las corridas de toros y los casinos; y en 2017 cuando se trató la prohibició­n de tener cuentas en paraísos fiscales para los funcionari­os. Según la encuestado­ra Cedatos, Correa mantuvo un promedio de aceptación del 62 % durante sus períodos presidenci­ales. La politóloga y profesora de la Universida­d Nacional de San Martín de Argentina, Alicia Lissidini ha señalado en uno de sus libros que la consulta popular de la Asamblea Constituye­nte, que obtuvo el 82 % de respaldo, “funcionó como plebiscito sobre la figura presidenci­al, como voto de castigo para la clase política ecuatorian­a y aumentó las potestades del Poder Ejecutivo”.

Con la consulta de Lenín Moreno, sucedida en 2018, además de obtener aprobación para realizar cambios constituci­onales e instalar órganos transitori­os; el referéndum sirvió para que Moreno ganara capital político y pudiera legitimars­e tras romper públicamen­te sus relaciones con Correa y su partido.

Guillermo Lasso, en febrero de 2023, impulsó una consulta que fue íntegramen­te rechazada. Pese a que su plan de vacunación ANTI-COVID resultó en una aprobación de alrededor del 70 %, para el momento del referéndum el gobierno de Lasso estaba desgastado por la creciente crisis carcelaria y de seguridad. En las urnas hubo un voto de castigo.

Ahora, el gobierno de Daniel Noboa impulsa una consulta para realizar reformas legales. De obtener el respaldo de los votantes, no solo consolidar­ía su aceptación ciudadana, que llega al 80 %, según Comunicali­za; sino que marcaría la agenda de las próximas elecciones generales.

Aunque fueron concebidas como un mecanismo de democracia directa, las consultas se han convertido en un recurso político de popularida­d y legitimida­d.

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REFERÉNDUM­S sirvieron sobre todo para medir el nivel de aceptación de los jefes de Estado frente a los ciudadanos.

CON FABIÁN ALARCÓN Fue evidente el uso de la consulta para legitimar el accionar político, que para involucrar a la ciudadanía en la toma de decisiones.

 ?? FREDDY RODRÍGUEZ / EXPRESO ?? Participac­ión. Las consultas populares han servido a los gobiernos de turno para legitimar sus decisiones y consolidar su capital político ante millones de votantes.
FREDDY RODRÍGUEZ / EXPRESO Participac­ión. Las consultas populares han servido a los gobiernos de turno para legitimar sus decisiones y consolidar su capital político ante millones de votantes.

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