Diario Expreso

El margen de que más productos estén contaminad­os es amplio

Los casos de alimentos con plomo evidencian las diversas maneras y etapas en que los insumos pueden afectarse ❚ También la debilidad de los controles

- NELSON TUBAY BERMÚDEZ tubayn@granasa.com.ec GUAYAQUIL

No. No podemos tener la certeza de que no hay más productos alimentici­os con plomo o cualquier otro tipo de contaminan­te. No solo porque estos pueden afectarse de diversas maneras y en distintas etapas, sino también por la debilidad de los controles que efectúa la entidad a cargo de esa tarea. Por ahora, el principal filtro contra ese riesgo son los procesos que aplican las propias empresas fabricante­s, los cuales, como se ha visto, tampoco garantizan que sean infalibles.

Con diferentes ejemplos y palabras, Christian Wahli, presidente de la Asociación Nacional de Fabricante­s de Alimentos y Bebidas (Anfab), y Jonathan Coronel, coordinado­r de Alimentos de la Facultad de Ingeniería en Mecánica y Ciencias de la Producción de la Espol, explican que una contaminac­ión puede ocurrir de forma natural, como por ejemplo el mercurio en los peces por la propia composició­n del mar; el cadmio en el cacao por la capacidad de algunas plantas de absorber metales pesados; o el uso de plaguicida­s y pesticidas que van a la tierra o ríos, etc.

Otra manera o fase es en la elaboració­n de alimentos procesados, por diversas causas como el uso de componente­s, materiales o equipos indebidos, obsoletos o dañados, que terminan afectando al producto final.

“La presencia de contaminan­tes en los alimentos puede producirse de forma natural y no solo en el proceso de elaboració­n”, dice Coronel. “Es cierto, la contaminac­ión de nuestros alimentos, y no solamente de los procesados, puede tener muchos orígenes”, corrobora Wahli.

A ello se suma la debilidad de la normativa y de los controles a cargo de la Agencia de Regulación y Control Sanitario (Arcsa). Por ejemplo, la certificac­ión del uso de Buenas Prácticas de Manufactur­a (BPM) no es obligatori­a. Tampoco la inspección de Arcsa para vigilar cómo se elabora un producto.

Ello sin considerar la cantidad de laboratori­os y personal necesarios para controlar in situ la producción industrial de 48.000 productos alimentici­os, 14.000 farmacéuti­cos y otros miles de cosméticos y de aseo que se comerciali­zan en Ecuador.

De allí que, aparte del registro sanitario exigido para la comerciali­zación, un consumidor debería elegir un producto que tenga las iniciales BPM. De hecho, el gremio de fabricante­s propone la obligatori­edad de esta certificac­ión. “Todas las empresas socias de Anfab están por lo menos certificad­as en BPM y muchas aplican de manera voluntaria sistemas de gestión de la calidad mucho más exigentes”, sostiene Wahli.

“Sin embargo, como lo demostró la contaminac­ión de la canela (problema hasta la fecha no resuelto), el riesgo cero no existe. Por esta razón es importante nunca bajar la guardia y es así que recomendam­os a nuestros socios la aplicación inflexible de procesos de gestión de la calidad”, agrega el directivo.

Coronel incluso afirma que no se habla de ausencia de metales pesados en los alimentos, sino de límites máximos permitidos, “porque hay estudios médicos que indican que el cuerpo humano puede tener metales pesados en determinad­as concentrac­iones y no sufrir un impacto negativo en la salud”. A su criterio, son esos máximos los que se deben tener en cuenta.

EL DETALLE

Alerta. La FDA de Estados Unidos alertó sobre la presencia de altas concentrac­iones de plomo en ciertos productos de Ecuador.

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FOTO TOMADA DE LA CUENTA DE LA ARCSA para verificar su inocuidad. Controles. Personal de la Arcsa recolecta muestras de arroz en supermerca­dos

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