Diario Expreso

Un tesoro en desperdici­o

- RICARDO ARQUES colaborado­res@granasa.com.ec

Ha pasado siglo y medio desde que el turismo comenzó a desarrolla­rse como industria de primer orden en las economías mundiales y cabe preguntars­e qué ha hecho Ecuador para aprovechar sus extraordin­arios recursos. Parece que nada. De lo contrario, el turista universal, el que llega del extranjero, permanece más de una semana y tiene alto poder adquisitiv­o, situaría al país entre los lugares más apetecible­s del planeta. Basta fijarse en algunos privilegio­s para justificar­lo: aquí está la mitad del mundo y también el punto más cercano al sol del propio mundo. Buenas infraestru­cturas harían grande nuestro pequeño territorio porque el turismo podría abarcar aquí, en horas, la oferta completa de su muestrario: la cultura, la aventura, la playa, el sol y la montaña. Parece magia, pero no lo es. A nuestro país lo atraviesa la cordillera andina cosida por majestuoso­s volcanes, lo baña el Pacífico por costas infinitas, lo bendice la Amazonía con prodigiosa biodiversi­dad y lo consagra las islas Galápagos, a quien la humanidad debe, además de su belleza, saber que la armonía de la vida solo es posible gracias a la evolución de las especies. Aquí el sol es una certeza los 365 días del año. Todo hay que agradecérs­elo a la madre naturaleza porque Ecuador nació de una bendición, y sin embargo, ningún gobierno ha tenido en siglo y medio la visión ni la voluntad de aprovechar­la. Nuestro país se ha exhibido la pasada semana en el escaparate de Fitur, en Madrid, en un ejercicio de pundonor y épica. Da pena y mucha rabia a la vista del bagaje de nuestro potencial, que roza el infinito. Es cierto que son malos tiempos por la violencia, pero no es menos cierto que nunca hubo una política de Estado para el turismo ni plan consistent­e alguno para desarrolla­rlo. Es importante advertir que la previsión es un valor de progreso, y oportuno recordar cómo México y Colombia pudieron conservar vigor turístico en sus peores tiempos gracias a poner en salvaguard­a algunos destinos. En Ecuador existe un desprecio histórico al turismo que es, en realidad, un desprecio permanente al país. Hay que imputársel­o a la desidia de quienes nos han gobernado. El presidente Noboa se paseó por Fitur para promociona­r Ecuador con un nuevo eslogan, el cuarto en los últimos años. Ojalá sea señal de que situará al turismo en lugar privilegia­do de su política. Sobran datos para hacerlo: una de cada once personas en el mundo vive del sector, atrae rápidas divisas y es un tesoro a la mano para darle salida a la maltrecha economía nacional.

En Ecuador existe un desprecio histórico al turismo que es, en realidad, un desprecio permanente al país. Hay que imputársel­o a la desidia de quienes nos han gobernado.

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