El servicio que da seguimiento gratuito a quienes intentan no recaer en las drogas
Neurociencias reactivó el soporte y lo extendió a pacientes de otras clínicas
Las consecuencias de las adicciones de las drogas resultan fatales para quienes las consumen. Hay casos en los que abandonan su presente, con trabajos o familias, por un futuro incierto deambulando por un sendero “podrido”, como lo reconocen hoy los pacientes que han pasado por un proceso de desintoxicación. Aquellos que han hecho uso de estos estupefacientes relatan que han hecho cosas de las que se arrepienten, pues las cicatrices de sus acciones no solo son mentales, también son físicas.
Y para evitar recaer en ello, el Instituto de Neurociencias, a través de la Unidad de Conductas Adictivas, reactiva el servicio que puso en pausa en 2020, por la pandemia, y que da seguimiento a los pacientes que buscan no repetir lo que ahora denominan “errores”.
A diferencia de años anteriores, el Instituto da el servicio de forma gratuita, de 16:00 a 20:00, no solo a sus pacientes, sino a los ciudadanos de clínicas externas.
El programa, según explicó a EXPRESO la doctora Diana Murillo, responsable de la Unidad, apunta a brindar asistencia por seis meses a los pacientes que pasaron por un proceso de rehabilitación. Con ellos, detalló, se trabajará el concepto de autoayuda y ayuda mutua, y además se incluirá la psicoterapia familiar para trabajar con el entorno integral del paciente. “Esto, vital para que no recaigan en actitudes dañinas”, señaló.
Para pacientes como Sara y Daniela, de 31 y 25 años respectivamente, este proceso de monitoreo resulta más que necesario para salir adelante. Ambas, según relataron ayer a EXPRESO, buscaron la droga para ‘aliviar’ sus problemas personales. La situación las llevó a la indigencia.
Para Daniela, la vida ha sido complicada, empezando por el hecho de que fue madre a los 16 de dos niños. La depresión y los problemas interpersonales durante su compromiso que escalaron a violencia física, la llevaron a usar drogas. “A los 17 ya vendía mi cuerpo, me sentía horrible de lo que hacía, pero seguía porque necesitaba dinero para seguir comprando. Ahora a mis 25 tengo más de un año limpia, y no quiero, me rehuso a recaer en las mismas conductas que me llevaron a ese camino. Por eso estoy aquí, porque no es fácil y necesitamos de una guía que nos recuerdo por qué es nuestra obligación no recaer”, dice en medio de lágrimas, al recordar aquellas memorias que desearía olvidar.
Para Nathalia, de 21 años, vivir en medio de las drogas ha sido “apocalíptico”. Su caso y secuelas son similares a las de Daniela. Lamenta que el sistema de salud pública no brinde ayuda de este tipo a los usuarios y que “uno tenga que mendigar para recuperarse”.
“Mi hermana me llevó un sinfín de veces a los hospitales públicos y apenas me pusieron un suero de vitamina C y paracetamol para limpiarme. Quise internarme, pero no tenía dónde. Mi opción eran solo los espacios privados y dinero no teníamos. Mi hermana y mis tías, porque no tengo padres, hicieron hasta rifas para conseguir hacerlo. Estuve seis meses, salí hace poco. Hoy me acogeré a este servicio. Aunque limpia medio año, vivo aún con miedo. No me siento tan fuerte como creía”, pensó la joven; que hace un llamado a que a nivel nacional se priorice la salud mental.
“No hay un sitio de la ciudad donde ustedes no vean a un consumidor perdido en las drogas. Lamentablemente a las autoridades no les importa nada. Muchos, quizás, caímos por error. Pero todos, estoy segura, queremos salir de ese infierno. Sin ayuda, no vemos que hay otra realidad. A muchas les toca vivir en él hasta la muerte”, sentenció.
EL DETALLE
Hecho. La Unidad de Conductas Adictivas se cerró en 2020 tras la pandemia. Este mes abrió sus puertas y activó el servicio de ayuda.