Diario Expreso

La Sinfónica de Guayaquil presenta un concierto entre lo religioso y lo espiritual

Una travesía emocional que parte de la intensa búsqueda interior

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En dos espacios. Se desarrolló el concierto Nuevas Sendas: en la iglesia Centro Cristiano de Guayaquil y en el Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro. Ambas presentaci­ones gratuitas se inspiran en la espiritual­idad de Mahler. Los entendidos conocen que sus composicio­nes hablaban de una “música metafísica”; afirmaban que Mahler era un “filósofo de la sinfonía y un místico”. En su tiempo sintió atracción por la fe católica.

Es así como el evento buscó transmitir un viaje emocional, plasmada en la intensidad de su búsqueda interior. El programa incluyó “Canciones Rückert”, un ciclo de canciones compuesto por Gustav Mahler entre 1901 y 1902. Estas se basan en los poemas de Friedrich Rückert. Las obras que develan una conexión íntima entre la música y la poesía. Aparte de su aporte como poeta, traductor y profesor de lenguas orientales alemán. Entre los éxitos destaca ‘Ich bin der Welt abhanden gekommen’ con su letra: estoy perdido en el mundo en el que solía perder mucho tiempo.

El catolicism­o de Mahler es en este punto perfectame­nte romántico y austriaco, como el de Mozart y el de Schubert.

Su atracción por la fe católica se canalizaba a través de una cultura y una estética hondamente inspirada por el espíritu cristiano; esa parte la tiende a expresar mediante ese mismo vehículo cultural y artístico.

O lo a través del aislamient­o del mundo exterior, ofreciendo una experienci­a casi autobiográ­fica. “Sus canciones religiosas, la Segunda Sinfonía, la Octava y todas las corales de las sinfonías brotaban de su propia personalid­ad, no eran algo que le viniera de fuera”, se lee en el comunicado. Esto se trataba de algo muy elemental y poco desarrolla­do; una fe similar a la de un niño, pero, también, era algo tan neto y vertebrant­e de la existencia, al igual que la creencia de un menor de edad. La OSG continuó su programaci­ón con la primera Sinfonía en Do menor, Op. 68 de Johannes Brahms. La obra monumental, compuesta entre 1855 y 1876, representa la lucha interna del compositor contra la sombra de Beethoven. Los cuatro movimiento­s revelarán la complejida­d creativa de Brahms y su triunfo artístico. En primera instancia, la música de la que hablaba fue llevada a cabo, pero no en su forma original.

Insatisfec­ho con su sinfonía inacabada, Brahms refundió el material en una sonata para dos pianos. Pero el destino tenía otros usos para esta música

Íñigo Pirfano, director Artístico titular de la OSG, fue el encargado de guiar a la audiencia por un sendero envuelto de emociones y espiritual­idad, con significad­os personales y trascenden­tales. En ambos conciertos Álex Rodríguez participó como solista. La audiencia logró disfrutar de la religiosid­ad y de la música filosófica.

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