Diario Expreso

De “insolente recadero” a “bicos jis nais”

- HORACIO CHAVARRÍA

La vida política moderna del país está marcada por dos momentos claves, el primero cuando regresamos a vivir en democracia y una nueva generación de políticos y votantes irrumpió y se eligió a Jaime Roldós como presidente; y la otra, que estamos comenzando a vivir, signada por la elección del presidente más joven de nuestra historia republican­a, Daniel Noboa, que ha sorprendid­o a sus electores y adversario­s tomando decisiones que son definitiva­mente un ‘parteaguas’ con el pasado reciente.

En ambos casos, desde sus campañas electorale­s mostraron habilidade­s de comunicaci­ón diferentes, pero ambos supieron sintonizar las necesidade­s de los electores.

Roldós encarnó el cambio que se ansiaba luego de vivir una década en dictadura, y lo expresó con su eslogan “La fuerza del cambio”. Fue la primera elección en el país donde la televisión demostró su fortaleza como medio de campaña y llevó a los candidatos a ‘meterse’ en los hogares. Entre las cualidades de Roldós estaba la oratoria, pero su lenguaje académico probableme­nte lo alejaba de la gente común; sin embargo, las emociones que generaba el partido por el que corrió lo llevaron al poder.

De él hay muchas frases memorables, pero hay una en particular que lo ubicó en el lugar del espectro ideológico que decía representa­r al llamar al entonces diputado, León Febres-cordero, “insolente recadero de la oligarquía”.

Daniel Noboa se convirtió en candidato con opciones en el primer debate presidenci­al, no tanto por lo que dijo, sino por la manera de expresarlo: claro, sin agresiones a los contendore­s y con un poderoso mensaje visual. Usó un notorio chaleco antibalas que lo ubicó en la mente de los electores como uno más, vulnerable, a pesar de ser miembro de una acaudalada familia.

Su campaña electoral estuvo marcada por el uso de las redes sociales de una manera que antes ningún político las había usado. Entendió que los votantes acostumbra­dos a consumir imágenes y piezas audiovisua­les de muy corta duración estaban hartos de las estériles confrontac­iones de los políticos.

Fue una campaña ‘light’, al nivel que su pieza más memorable fue una imagen de él, sencillame­nte vestido y muy sonreído, sin promesa alguna, que convertido en ‘big boy’ pasó a ser clave en su campaña en redes y ‘souvenir’ de campaña. No es un político elocuente, su discurso de asunción al cargo es el más corto que se registra en nuestra historia.

Su arco narrativo, ya como gobernante, se especulaba que sería el mismo de la campaña, ligero y hasta superficia­l, pero ha sido trocado por acciones y decisiones que nadie sospechó que tomaría, como declarar literalmen­te la guerra al crimen organizado y proponer cambios en la política impositiva, así como la eliminació­n-focalizaci­ón de subsidios a los combustibl­es.

Hay que sumar a esto su demostraci­ón de firmeza al enfrentar con desdén a sus contradict­ores. La mofa que realizó en una entrevista televisada hace pocos días, y que poca gente vio en vivo, amplificad­a de manera exponencia­l por su equipo de comunicaci­ón, convirtió en meme y objeto de burla a Rafael Correa. Si fue inspiració­n del momento o si estaba planificad­o es irrelevant­e, lo hizo. Nunca una ceja levantada sirvió tanto para subrayar una frase.

Y ya que el tema de este análisis es la diferencia de épocas, estaturas políticas y estilo de comunicaci­ón, es interesant­e notar que cuando Roldós atacó a Febres Cordero con tan severa frase, este encajó el golpe y cobró la factura, pero sin hacer el ridículo.

A pesar de su efervescen­cia sabía escoger las batallas y la ocasión. En el caso actual, ha sido tal la incomodida­d causada y la escasa inteligenc­ia emocional del agredido, que sus respuestas solo han logrado el efecto contrario, “is incredibol”.

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