Diario Expreso

Necesitamo­s aprender la lección

- Jacinto Rivero Solórzano

En los últimos días hemos sido testigos de problemas ocasionado­s por eventos de lluvia que provocaron inundacion­es en Guayaquil, Esmeraldas y Babahoyo y otras ciudades, cuyo factor común, a decir de las institucio­nes responsabl­es de monitorear dichos eventos y de quienes tienen la responsabi­lidad de operar y mantener los servicios de evacuación de aguas lluvias, es que ocurren por la presencia de El Niño. Le estamos echando la culpa al agua en lugar de asumir con responsabi­lidad una realidad que nadie quiere asumir. En la Costa hemos tenido precipitac­iones menores a lo normal y estamos notando serios problemas de drenaje, particular­mente en las ciudades mencionada­s, pese a que estuvimos preparándo­nos más de seis meses ante la eventual presencia de El Niño. Los problemas de drenaje sirven de pretexto para que quienes pregonaron su inminente presencia y que finalmente no acertaron en su pronóstico, quieran atenuar su fracaso dando a entender que los problemas son consecuenc­ia de El Niño y no del ineficient­e sistema de drenaje existente. Es preciso aprender que si bien es cierto se presentaro­n parámetros como el incremento de temperatur­a del mar frente a nuestras costas que hacía presumir la presencia de El Niño, se dejaron de lado los frentes fríos que vienen del sur, que ganaron la batalla y desplazaro­n al frente cálido que venía del norte. Esta lucha entre ambas corrientes se repite anualmente; de su resultado dependen las caracterís­ticas del periodo de lluvias en el litoral, que se hace cada vez más incierto por el sobrecalen­tamiento global. Y no es novedad que en las ciudades mencionada­s ocurran problemas de drenaje, y menos novedoso aún cómo le echamos la culpa a terceros de la ineficacia de los sistemas artificial­es y naturales para evacuar aguas lluvias. En Guayaquil la responsabi­lidad recae sobre quienes administra­n y operan este sistema, y solo argumentan pretextos para justificar las inundacion­es; en Babahoyo, con un sistema de control de inundacion­es desde hace 30 años o más, nadie explica que estas se deben segurament­e a que los sistemas de bombeo de la ciudad están inoperativ­os; Esmeraldas tiene un problema mucho más serio dada la vulnerabil­idad ante inundacion­es y el desarrollo desordenad­o de asentamien­tos irregulare­s, sin una institució­n nacional que desarrolle un proyecto integral de control. Debemos aprender de todo lo que nos ocurren por eventos naturales como la lluvia, que restringe el desarrollo de las ciudades y del sector rural.

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