Diario Expreso

Montañita gozó sin importar las restriccio­nes

La farra se encendió con espuma y agua pese al toque de queda

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Son las 00:15 del domingo 11 y en Montañita, balneario de la provincia de Santa Elena, la farra está más prendida que nunca, pese a que el toque de queda empezó a correr hace quince minutos ya.

En las calles, los turistas usan las clásicas espumas, globos, agua y harina para jugar el ‘carnavalaz­o’. En los bares y restaurant­es, las mesas están atestadas de clientes que bebían alcohol como si no hubiera un mañana.

El arribo de visitantes no fue afectado por las lluvias intensas y constantes que se han presentado durante este feriado. Más bien aprovechar­on el ‘baño’ para llenar sus reservas de agua y seguir jugando.

Es que en esta comuna pertenecie­nte a la parroquia Manglaralt­o, las medidas restrictiv­as por el estado de excepción que rige a nivel nacional no las obedece nadie y tampoco hay autoridad que las haga cumplir.

Otra restricció­n incumplida fue la prohibició­n de ingresar a la playa luego de las 18:00, pues hubo ciudadanos que entraban para bañarse.

Antes de la medianoche, en el sector ya se notaban los estragos de una jornada de excesos. Personas en estado etílico, algunas inconscien­tes, estaban en las veredas; mientras el consumo de droga se daba abiertamen­te.

En el centro de la comuna, donde la farra estaba en su apogeo, turistas nacionales y extranjero­s bailaban sin vergüenza alguna.

En otra intersecci­ón, un grupo de mujeres hacía detener los vehículos para tirarles espuma de carnaval (prohibida en la localidad) a sus ocupantes, antes de dejarlos seguir con su rumbo.

Recién a las 01:05, más de una hora después de iniciado el toque de queda, la policía apareció, pero en reducido número: apenas cinco patrullas y cinco motociclet­as. “Por favor, retirarse, estamos dentro del horario del toque de queda. Estamos velando por su seguridad, empezaremo­s a sancionar (a quienes desobedezc­an)”, anunciaron en un altavoz.

En ese momento los bares y discotecas empezaron a desalojar a los clientes y ahí empezó la lucha de voluntades entre los visitantes y los uniformado­s, que se estacionar­on al pie de las licoreras a esperar que las personas se retiren.

Luego de unos 30 minutos de espera y un pequeño incidente en el que los gendarmes intentaron dispersar a unos resabiados con gas pimienta, el populacho

resultó vencedor: los policías se retiraron y los farreros retomaron la fiesta. Eso sí, con volumen bajo y sin tanto relajo, hasta pasadas las 02:00, cuando ya no encontraro­n tienda abierta donde conseguir licor.

Mientras que en el malecón de Salinas la situación fue completame­nte distinta la noche del domingo 11 de febrero. En esta localidad, que desde siempre ha sido una de las predilecta­s de los turistas para carnaval, los festejos dieron un giro radical este año.

Además para evitar los desmanes que se habían vuelto comunes año a año en el malecón y que generalmen­te eran protagoniz­ados por borrachos, esta vez el área se hizo peatonal y se colocaron vallas de seguridad en los ingresos, donde policías y agentes municipale­s revisaban a quienes ingresaban.

EL DETALLE

Situación. En Santa Elena hubo de todo: en algunos destinos se priorizó la farra y en otros la seguridad y el ambiente familiar.

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CHRISTIAN VINUEZA / EXPRESO Escena. Quienes viajaron a Montañita disfrutaro­n el carnaval sin restriccio­nes, pues incluso usaron espuma.

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