INÉS Y CECILIA: UN AMOR INCONDICIONAL Y UN GESTO QUE DEVOLVIÓ VIDA
Inés Maruri tenía 18 años cuando le detectaron cáncer a la sangre. Estaba por iniciar su vida universitaria, vivir la dulce experiencia de cualquiera a su edad y convertirse más tarde en una gran psicóloga o abogada. Pero su sueño se detuvo y su vida tomó otra ruta: la de quimioterapias, constantes citas médicas a Solca, en Guayaquil, y meses en reposo. Con ello, vino la tristeza de ver cómo su brillo se marchitaba por la enfermedad.
“Me detectaron un linfoma de Hodgkin. Al inicio, no teníamos idea de lo que se nos venía y fue muy duro para toda mi familia; sin embargo, desde el primer momento, fueron ellos mi pilar fundamental”, cuenta Inés, mientras sus ojos verdes se rebosan de lágrimas.
Ahora, 11 años después y con 29 de edad, luce reluciente. Casi sana y llena de vida. La razón: su hermana mayor, Cecilia, le salvó la vida al someterse a un procedimiento de trasplante de médula ósea y así ayudarla a saltar de la penumbra a la luz.
“Mi hermana hizo un gran gesto de amor conmigo. Ese era el único camino para que me pudiera salvar y ella sin pensarlo dos veces se puso a disposición de los médicos. Me ha devuelto la vida”, cuenta Inés, se seca las lágrimas y las reemplaza con una sonrisa.
Más que una hermana, con 54 años, Cecilia luce como una mamá para Inés. Primero por la diferencia de edad y segundo porque su trato hacia ella es bastante maternal. “Somos 12 hermanos de padre y madre. Yo soy la mayor e Inés es la última.
Ella no solo es mi hermana, es mi hija. Cuando me dijeron que era la seleccionada para el trasplante, solo pensaba que ¡yo tenía que salvarle la vida a mi hermana! Mis hermanos son mi vida”, enfatiza Cecilia.
El proceso de trasplante de médula ósea se realizó en mayo de 2023 en el hospital de la Sociedad de la Lucha Contra el Cáncer (Solca) de Guayaquil, lugar donde emergen historias como la de Inés y Cecilia a base de un amor desinteresado.
El trasplante de Inés se dio luego de varias líneas de quimioterapia para intentar matar todas las células malignas y luego de dos intentos fallidos de autotrasplantes para que pueda reproducir células buenas. Actualmente, Inés lleva una vida normal (con las citas rutinarias de control y chequeos que aseguran que todo va bien) y pasa el tiempo con su familia, su gato y sus plantas, mientras se recupera por completo. Además, tiene planes de retomar sus estudios y convertirse en una psicóloga de niños. “Gracias a mi hermana y al amor de mi familia, hoy más que nunca estoy fuerte”, dice Inés. “Yo amo a mi hermana y estoy dispuesta a todo por ella”, añade Cecilia mientras abraza a su hermana.