Diario Expreso

La escritora Mónica Ojeda reivindica la necesidad del gozo frente a la violencia

La autora relata lo complicado que fue redactar este texto

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La escritora ecuatorian­a Mónica Ojeda publica en España “Chamanes eléctricos en la fiesta del sol”, novela en la que reivindica la necesidad de “hacer la fiesta” para poder sobrevivir en un lugar donde el cuerpo “está en peligro constante”, como en su Guayaquil natal, azotado por la violencia a causa del crimen organizado.

En una entrevista, Ojeda (1988) dice que la idea nació precisamen­te de esa ‘fiesta’ que sus amigas hacen en medio del miedo a pisar la calle por las constantes balaceras que se desatan en Guayaquil, el epicentro de la violencia en Ecuador, cuyo Gobierno declaró un conflicto armado interno para hacerle frente a los grupos criminales.

“Están haciendo la poesía, el baile, la música, a pesar de todo lo que dice el Estado y la sociedad, tomada por los narcos y las bandas, de que hay que quedarse en la casa y apenas respirar”, explica. “Eso me hizo pensar mucho -continúa- en la juventud y la necesidad de buscar un futuro… El cuerpo para sobrevivir necesita seguir haciendo la vida”, sostiene la autora, considerad­a como una de las voces literarias más relevantes de Latinoamér­ica. “Pareciera que en un contexto en donde tu vida está en peligro constantem­ente, en donde hay tanta muerte y tanto dolor es imposible hacer la fiesta, pero es ahí mismo donde más se necesita, porque si no llevas el cuerpo a un espacio de goce, de liberación, de imaginació­n, estás muerto políticame­nte, como comunidad, y lo único que te queda es la parálisis social”, añade la escritora, que vive en España desde hace varios años. Tras éxitos como “Las Voladoras”, “Mandíbula” o “Nefando”,

Ojeda vuelve a imponer el terror en su nueva novela, publicada por Random House, que cuenta la historia de Noa y Nicole, dos amigas que deciden escapar de la violenta Guayaquil para asistir al ‘Ruido Solar’, un macrofesti­val popular que anualmente congrega a miles de jóvenes a los pies de uno de los numerosos volcanes de los Andes ecuatorian­os. Aunque el libro no solo habla de violencia y de fiesta, también habla de la amistad y los afectos que se convierten en refugio, de la música como un lugar de goce, pero también como un lugar de abismarse; de la búsqueda de un padre y de un sentido de pertenenci­a en un mundo que solo conoce la pérdida y el desamparo. Ojeda explica que escribir esta novela fue difícil, porque el terror y la violencia que desconcier­tan a quien la lee son parte del día a día de su familia y amistades. “Había ratos en los que tenía mucha rabia y frustració­n y otros en donde sólo había tristeza o donde sólo había alegría y deseo de vivir”, aclara. Ojeda recuerda que cuando empezó a escribir el libro ni siquiera estaba en su cabeza hablar sobre las bandas narcocrimi­nales.

REACCIÓN Ojeda explica que escribir esta novela fue difícil, porque el terror y la violencia que desconcier­tan a quien la lee son parte del día a día de su familia y amistades. Habla de ratos de frustració­n.

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JÉNNIFER GÓMEZ/ EFE Autora. El libro no solo habla de violencia, también habla de la amistad.

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