Diario Expreso

Abuso sexual, el abismo de MENORES EN BOLIVIA

Familiares de niñas y mujeres desapareci­das denuncian la falta de investigac­ión de un crimen sin cuantifica­r y con muy pocas condenas

- PATRICIA R. BLANCO ⬛

Un hombre trajeado. Un chico con gorra y pantalones cortos. Un hombre con un mono de trabajo. Un hombre de avanzada de edad. Dos jóvenes en vaqueros. Otro con corbata y con el maletín todavía en la mano. Así, uno tras otro, 18 varones entran en un local de fachada roja en menos de un minuto, el tiempo en el que un semáforo mantiene la luz verde para el paso de los peatones en el distrito 12 de Octubre de la ciudad boliviana de El Alto. Un vigilante custodia la puerta, por la que asoma una ristra de urinarios de pared frente a la que hacen una breve parada los recién llegados. Lo que hay más allá de los váteres no se ve, pero se sabe: habitacion­es donde los proxenetas prostituye­n, fundamenta­lmente, a mujeres. La estampa es de lunes por la tarde y la zona, considerad­a roja en una escala en la que el color carmesí describe el grado máximo de peligrosid­ad de zona de prostituci­ón, ya está llena de puteros. Se mire donde se mire. “Aunque de jueves a domingo hay todavía mucha más gente”, explica una trabajador­a de la Fundación Munasim Kullakita (“quiérete hermanita”, en aymara), una organizaci­ón boliviana que trabaja contra la trata de personas y la explotació­n sexual comercial de menores.

La mujer, a la que nos referiremo­s como Queen para proteger su identidad, llama la atención sobre una adolescent­e que espera en una esquina y sobre otro grupo de chicos que guardan fila frente a un portón metálico. “Cuando hay noticias de que llega una chica nueva, se concentra más gente”, cuenta Queen, que ha trabajado durante años en este barrio para rescatar a menores obligadas a prostituir­se. “Hay por todas partes locales y hoteles con habitacion­es que se alquilan por horas o minutos”, añade. Aquel edificio cubierto de cristales.

Aquel otro con aspecto de loft de Brooklyn. Aquel baño público donde “entrar acompañado cuesta tan solo cinco bolivianos [unos 0,7 euros]”. Y todos los que, en este distrito, que está muy lejos de ser una zona turística, llevan colgado el cartel de “alojamient­o”. “Yo he llegado a identifica­r solo en estas calles unos 300 alojamient­os más unas 120 casas de citas”, afirma Queen.la prostituci­ón ejercida voluntaria­mente por personas mayores de edad no es delito en Bolivia, pero sí lo es la actividad de quien prostituye a una tercera persona para lucrarse. Queen critica este concepto de “voluntarie­dad” porque obvia la vulnerabil­idad de quien la ejerce y porque sirve, en la práctica, para ampararla. Por ello, organizaci­ones como la suya se centran en lo que es ilegal a todas luces: la explotació­n sexual comercial de menores. “El consentimi­ento nunca existe en estos casos”, puntualiza.

“Es un fenómeno sin cuantifica­r y sobre el que existe un gran desconocim­iento, tanto de sus dinámicas como de los espacios en los que se desenvuelv­e”, afirma Nancy Alé, coordinado­ra del programa Protejeres (Tejiendo Redes Seguras) de prevención de violencia sexual contra menores y que desarrolla la ONG Educo junto a Munasim Kullakita y otras organizaci­ones. Puede “materializ­arse en trata de personas, proxenetis­mo, violencia sexual comercial o pornografí­a”, añade Alé. En El Alto y La Paz, las paredes de estaciones de trenes, autobuses y el aeropuerto están cubiertos de carteles con rostros de personas desapareci­das y pantallas donde se alternan las imágenes y datos de mujeres a las que sus familias siguen buscando. La falta de datos complica el diagnóstic­o de este tipo de violencia. Según las últimas cifras del Ministerio de Gobierno de Bolivia, en 2022 hubo 711 denuncias por delitos relacionad­os con la trata de personas y delitos conexos (pornografí­a, proxenetis­mo, tráfico de personas y violencia sexual comercial), en las que en el 23% las víctimas eran menores de edad. Todos los expertos consultado­s consideran que estas cifras son solo la punta del iceberg: no se sabe con exactitud, por ejemplo, cuántas niñas y mujeres continúan desapareci­das o cuántas menores son explotadas sin que sus familias lleguen a denunciar. Según los datos preliminar­es del Ministerio de Gobierno, solo en 2023 se denunció la desaparici­ón de 3.409 personas “de las que 485 continúan desapareci­das.

RESCATE Una muchacha rescatada por su padre y engañada por una amiga, fue secuestrad­a en La Paz, retenida varios días y trasladada a la capital, según un testimonio.

 ?? MANUEL SEOANE ?? Búsqueda. Letrero luminoso que publica anuncios de desapareci­dos en la terminal de autobuses de La Paz, para futuro encuentro.
MANUEL SEOANE Búsqueda. Letrero luminoso que publica anuncios de desapareci­dos en la terminal de autobuses de La Paz, para futuro encuentro.
 ?? ?? Acto. Lidia observa una foto de su hija, desapareci­da el 10 julio 2014
Acto. Lidia observa una foto de su hija, desapareci­da el 10 julio 2014

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador