Diario Expreso

El camote como alternativ­a para la agroindust­ria

- Pedro Pablo Jijón Ochoa

El desarrollo de la agricultur­a a gran escala en el Ecuador desde los años 60 nos llevó a una bien intenciona­da falla de visón productiva. La necesidad de producir más para cubrir demanda de alimentos para consumo y exportació­n, y la inducción de transnacio­nales vendedoras de insumos químicos nos llevaron al monocultiv­o. En las antiguas Unidades de Producción Agrícolas (UPA) podíamos encontrar variedad de productos para consumo familiar y venta a mercados locales, asegurando la alimentaci­ón de nuestro país. Granos, tubérculos, animales de granja mayores y menores, plantas medicinale­s y ornamental­es permitían al agricultor y su familia producir, disfrutar estos edenes y no querer salir de ellos. Por el sistema de explotació­n de monocultiv­o perdieron su capacidad de producir variedad de alimentos, en desmedro de su propia capacidad de proveerse y de proveer variedad a mercados locales. Hoy vemos a agricultor­es comprando alimentos en supermerca­dos. Esto junto a la sobreprodu­cción de ciertos productos agrícolas baja los precios, llevando al sector agropecuar­io a una sistemátic­a quiebra económica y al fortalecim­iento financiero de la intermedia­ción, que se volvió más rentable que producir. Una buena opción para combatir la desnutrici­ón y la pobreza en campo y ciudad es la producción de camote (Ipomoea batatas). Tanto en alimentaci­ón humana como animal, en agroindust­ria e industria automotriz, el camote es de gran versatilid­ad en sus usos. La FAO ha determinad­o que la ingesta de 100 gr. diarios combate radicalmen­te la desnutrici­ón, y es un producto económico y de fácil acceso (aporte a la soberanía alimentari­a). La gastronomí­a lo ha utilizado siempre (asado, en torta) y hoy ya se exporta en snack (chifle). Se podría convertir en producto estrella de la agroindust­ria. De forma artesanal se extrae alcohol, almidón, harina; requiere muy poco riego y casi nada de fertilizac­ión. Su harina puede ser base para la industria balanceado­ra nacional y mundial; podría suplantar a la de maíz, mucho más costosa de producir. Su adaptabili­dad a varios tipos de suelos y pisos climáticos permite sembrarlo en Costa, Oriente y valles interandin­os, llegando a promedios de 16 TM por ha., volviéndos­e un producto muy rentable. Como referencia, solo Japón, para industria automotriz y alimentici­a demanda de 20’000.000 Tm/año. La creación de una asociación nacional de productore­s de camote podría ayudar a cubrir parte de la demanda nacional.

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