Diario Expreso

COIP: el pacto está en crisis, pero no como para el divorcio

El ‘matrimonio’ entre ADN, PSC y el correísmo solo es una transacció­n ❚ Ni la separación ni el divorcio definitivo se han dado ❚ Lo ocurrido fue un simulacro

- MARTÍN PALLARES

Hay quienes dicen que un matrimonio por convenienc­ia es mucho más difícil de romper porque ahí no cuentan tanto las emociones, como los celos y la vanidad, sino la permanenci­a de un negocio o la sobreviven­cia de un patrimonio familiar.

En esos matrimonio­s, una o hasta dos canitas al aire de uno de los cónyuges puede provocar alguna crisis emocional, gritos y reclamos, pero finalmente lo que manda es el valor del patrimonio común.

Esto es lo que está pasando estos días a propósito del tratamient­o de las reformas al Código Orgánico Integral Penal (COIP), en la Asamblea Nacional, entre los tres movimiento­s políticos que llegaron a un pacto legislativ­o al que bautizaron como de gobernabil­idad: el gobierno, el Partido Social Cristiano y el correísmo.

Un pacto que, a la luz de lo que está ocurriendo en la Asamblea, ha quedado en claro que es una transacció­n en la que el Gobierno le promete determinad­os favores a sus socios, como la impunidad de Rafael Correa y otros figurines, a cambio de votos para las leyes del presidente Daniel Noboa.

También para la no conspiraci­ón permanente como ocurría durante el gobierno de Guillermo Lasso. En el caso del matrimonio de marras, existe una crisis emocional con pronóstico reservado, pero ni la separación ni el divorcio definitivo se ha dado. Apenas una escaramuza, como dirían los militares.

La escaramuza o la crisis matrimonia­l tuvo, al menos aparenteme­nte, su momento más crítico el jueves 22 de febrero. Los cónyuges, que en realidad son tres por lo que debería llamarse trío o menage a trois, no pudieron o, más bien, no quisieron aprobar las reformas al COIP.

Si bien todo había sido bendecido en la opaca Comisión de Justicia (configurad­a al abrigo del pacto de gobernabil­idad), el momento de que salieron a la luz las trampas que tenía el informe de ese organismo, aprobado por unanimidad, todo se vino al piso.

Lo que habían acordado resultó impresenta­ble y bochornoso. Por el asco y rechazo que hubo en la opinión pública, socialcris­tianos y gobiernist­as se echaron para atrás y salieron con el inverosími­l cuento de que fueron engañados por la otra parte, es decir el correísmo. En definitiva, un clásico de las crisis matrimonia­les.

Lo que ocurrió el jueves en realidad fue un burdo simulacro, como lo registró en EXPRESO Roberto Aguilar en una brillante crónica de la sesión. Todas las opciones de votación que se pusieron sobre la mesa y que se supone estaban diseñadas para subsanar el fracaso del jueves 15 de febrero (cuando se frustró el plan de impunidad), armando paquetes de artículos dependiend­o de si eran “buenos” o “malos” eran imposibles de votar: si una de las trampas estaba en el bloque 1 de reformas, otra estaba en el 2 y otra en el 3. En fin, un trabajo de ingeniería sofisticad­ísimo diseñado para que no funcione. Algo parecido, pero no igual, a lo que llaman obsolescen­cia programada. La interrogan­te es, en todo caso, ¿por qué boicotearo­n la votación y luego salieron a hacerse acusacione­s como de esposos resentidos? La explicació­n más verosímil es que los participan­tes de este menage a trois están tratando de ganar tiempo para ver cuándo, con qué y cómo se le concreta el ofrecimien­to de la impunidad de Correa a los correístas o al menos algo parecido.

Por ahora, eso está muy complicado y gobiernist­as y socialcris­tianos se equivocaro­n cuando pensaron que sería fácil: han ensayado lanzar a los leones a la fiscal Diana Salazar y no pudieron porque era un escándalo; luego intentaron hacer un concurso viciado y pestilente para tomarse la Corte Nacional de Justicia de la mano de Wilman Terán y se les atravesó Metástasis.

¿Qué podría entregar el Gobierno y sus amigos nebotistas al correísmo y que no agite los avisperos que tanto temen por el costo político que tienen y que evidenteme­nte no calcularon? No hay mucho de dónde escoger. Entregar los votos para la censura de la fiscal, lo que es uno de los sueños húmedos de Correa podría ser una fórmula, pero ese camino está cerrado porque tiene el problema del escándalo público.

¿La salida de Jorge Glas de la Embajada de México? El Gobierno ya dijo que no dará el salvocondu­cto y el Gobierno de México se ha demorado mucho para darle el asilo. Un escape arreglado y apadrinado con el poder podría ser pero, igual, el escándalo se hace inevitable.

Quedan, en realidad, pocas cosas que puedan entregar al correísmo en lugar de aceptar los groseros arreglos introducid­os en el COIP. Pero los correístas trabajan sin cesar, y ya aparecerá alguna fórmula para dedicarse.

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