Diario Expreso

El barrio Inglés, entre el olvido y la indiferenc­ia patrimonia­l

Obras relegadas, ausencia del Estado y un patrimonio que se va deterioran­do marcan a esta zona ❚ El petróleo todavía es extraído de sus tierras

- FLOR LAYEDRA TORRES ⬛ ESPECIAL PARA EXPRESO

Todo país tiene su barrio chino. Pero Ecuador tiene su barrio Inglés en la parroquia Ancón del cantón Santa Elena. Aquí habita el olvido del Estado.

En 2014, Ancón fue declarada Patrimonio Cultural. El primer pozo petrolero del país se perforó aquí, hace 113 años. De esta parroquia, lo que más se destaca es la arquitectu­ra de las casas o el ambiente del lado izquierdo de este sector.

Un letrero limita la frontera. Dos banderas se observan en él; a la derecha está la bandera de Ecuador y a la izquierda, la de Inglaterra. Aunque un techo de fibrocemen­to le quita el glamur, hemos llegado al barrio Inglés.

Desde ese punto todavía no se ve la magia. Los cables eléctricos abundan en el aire. El camino de entrada es un sendero rústico, lleno de polvo. A lo lejos se distinguen tres números grandes, en la parte lateral de una vivienda: 732.

Pareciese un pueblo sin almas. Al rato, unos perros ladran.

Al adentrarse, la primera casa, a la izquierda, es la prueba o tal vez eso nos hace creer a primera vista este barrio silencioso. La entrada principal de esta vivienda no tiene puerta; las ramas de un árbol, que crece junto al cerramient­o, medio la cubre. La maleza ha comenzado a poseer este inmueble.

Seis escalones. No hay puerta que impida entrar. La casa duerme en el olvido. Está agrietada. Sus habitacion­es tampoco tienen puertas. Los años están haciendo de las suyas en las rejas de las ventanas. El vestíbulo solo es de baldosas. Adentro es de madera. No hay nadie.

Desde el vestíbulo se divisa el pueblo. Otro aire. La arquitectu­ra europea traslada a otros años. A otro tiempo. Hay jardines floridos y con césped en las afueras de las casas. De un piso. Con un techo en punta. Todas son de madera. Todas a lo largo de la avenida Queen Elizabeth.

Pero al lado hay otra casa, de color blanco con café. Está cerrada. Está suspendida por una serie de pilares cortos y gruesos.

Desde afuera se ve cómo la fachada superior de esta casa se está desprendie­ndo. El cerramient­o se ve fuerte en el frente y a los lados; atrás esa imagen cambia. Un marco de un columpio oxidado yace. Unos trapos olvidados cuelgan de un tendedero. Unas baldosas sobreviven en el patio. Unos gatos mantienen la mirada. Custodian atrás.

Teresa Freire recuerda, como si fuera ayer, cómo era su barrio hace 64 años. Nació allí. Su padre, Manuel Freire, trabajó para la compañía inglesa Anglo Ecuadorian Oilfieds Limited.

Aquí, los ingleses asentaron su campamento. Establecie­ron su cultura, no solo la residencia­l (estaban zonificado­s por cargo, profesión e ingleses, quienes vivían al fondo y en casas más grandes), sino también la idiosincra­sia europea. La hora ecuatorian­a, allí no existía.

Freire volvió a su barrio a cuidar a su madre. A ella le da pena ver cómo varias edificacio­nes se van perdiendo. Ya no existe la “casa americana”. Pero asegura que antes “esto era un paraíso”, ahora “como patrimonio es solamente el nombre” porque han dejado perder la casa de la entrada.

Así como el Club Unión, dice Joseph Yela. También “el Club Ancón; es un patrimonio y lleva años botado; la restauraci­ón va a cumplir un año y todavía no termina”. La obra la está realizando la empresa operadora de hidrocarbu­ros Pacifpetro­l.

También les han quitado la carpeta asfáltica, denuncia Edmundo Rueda. Hace tres años, la Prefectura de Santa Elena les prometió una mejor, pero “estamos abandonado­s y comiendo polvo”. Comenta que no pueden abrir las ventanas.

José Villao, prefecto de la provincia, señala que no han podido hacerlo, aunque no es su competenci­a, porque el Gobierno Central no ha cumplido con sus asignacion­es hace cinco meses. Requieren de $ 400.000 para ejecutar esa obra.

Yela se indigna porque no promociona­n el acantilado ni las playas del barrio; cree que la indiferenc­ia es porque no representa­n votos. Además, de que la parroquia no ha sido beneficiad­a de las regalías del petróleo.

Para Villao eso es una deuda histórica, la cual es incalculab­le.

EXPRESO solicitó insistente­mente una entrevista con la burgomaest­re del cantón, a través de su relacionis­ta pública, pero hasta el cierre de la edición, no respondió. También con Pacifpetro­l a través del jefe de la obra y vía correo electrónic­o.

EL DETALLE

Turismo. Para los moradores es importante que se promocione­n sus atractivos turísticos y se implemente estrategia­s de seguridad.

VOCES

JHONNY REYES Morador

Para construir una casa aquí, nos indicaron que debíamos respetar el ornato (madera, caña y cemento), pero aquí hay bastante termitas y eso deteriora la madera. Deben fumigar.

TERESA FREIRE Moradora

Estamos a la deriva. No se fomenta el turismo, a pesar de que hay algunos negocios. Se requiere la ayuda del Gobierno para rescatar las casas abandonada­s y convertirl­as en museos.

EDMUNDO RUEDA Morador

Las cortinas ya no son blancas, sino chocolate porque el polvo de la calle es tremendo. Hasta ahora no tenemos alguna solución por parte de los gobiernos locales. Estamos botados.

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