Diario Expreso

Reformas penales y desvergüen­za

- RAFAEL OYARTE colaborado­res@granasa.com.ec

Entrada en vigencia la Constituci­ón de 2008 comenzó la aprobación masiva de nuevas leyes. Una de ellas fue el Código Integral Penal de 2014, que no solo concentrab­a las materias que antes se desarrolla­ban en tres códigos (penal, procedimie­nto penal y ejecución de penas), sino que tenía por pretensión establecer una “reserva de código”, es decir, que la tipificaci­ón de infraccion­es no solo sea materia de ley, sino que todo el catálogo de infraccion­es y de sanciones penales se agrupen en un solo cuerpo normativo.

Una reserva de código tiene notorias y notables ventajas. En la práctica resulta mucho más adecuado para el destinatar­io de la norma que todas las infraccion­es penales se encuentran aglutinada­s en un solo texto, lo que también constituye una gran ventaja constituci­onal si se considera el principio de seguridad jurídica, pues éste sería llevado a un grado superior de cumplimien­to: al evitarse la dispersión normativa, los receptores de la norma, que somos todos, podríamos conocer con mayor certeza cuáles son las conductas reprimidas y qué comportami­entos no están restringid­os. En todo caso, un texto unitario no garantiza, por sí mismo, que sus preceptos sean claros, es decir, inequívoco­s en cuanto a su sentido y alcance.

Ahora bien, el ‘aprovecham­iento de pánico’ es, cada vez más, un hábito en nuestros politicast­ros. De este modo, con el novedoso sistema de la Ley de la Función Legislativ­a de 2009 que permite aprobar en paquete cuerpos normativos completos, el ‘pasar de agache’ normas vergonzosa­s es tanto más fácil según sea el tamaño del proyecto. Así, en este mismo COIP la contrataci­ón pública ‘a dedo’ dejó de ser peculado (delito imprescrip­tible) y pasó a un mero tráfico de influencia­s (con una sanción menor). La eliminació­n de este despropósi­to en la reforma de 2021, por su irretroact­ividad, no afectó a los desvergonz­ados que lo hicieron hasta ese momento.

Hoy vemos como, otra vez, pretenden vernos la cara con el sistema de aprobación en paquete de reformas penales en las que se incluyen los tan tradiciona­les, como inútiles, agravamien­tos de penas (mientras se ataca a la Fiscalía, para que no se impongan), contraband­eando normas tendentes a la impunidad de privilegia­dos, no solo modificand­o el recurso de revisión sino obligando a los jueces a acatar informes de dudosos organismos internacio­nales más preocupado­s de sus relaciones políticas que de cumplir con el fin para el que se crearon.

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