Diario Expreso

Tiburones en el Salado

- MONICA CASSANELLO colaborado­res@granasa.com.ec

Cuando uno ve las oscuras y maloliente­s aguas del Salado cuesta creer que aún haya vida en ellas y que en décadas pasadas hayan sido cristalina­s, al punto que los guayaquile­ños nadaban y pescaban en el estero. El historiado­r José Antonio Gómez Iturralde (+) contaba que por debajo del puente Cinco de Junio pasaban tiburones y que había corvinas, robalos y lisas. Otros cuentan que había embarcacio­nes que realizaban paseos por ciertos ramales de este brazo de mar. No alcancé esa época. Desde niña recuerdo un Salado contaminad­o, con espuma blanca y malos olores.

A lo largo de los años se repitieron las promesas de las diferentes autoridade­s de descontami­nar el estero. Es una deuda que tienen pendiente los políticas, pues sus aguas putrefacta­s son el resultado del populismo que pobló sus orillas con asentamien­tos informales a cambio de votos. Sin infraestru­ctura sanitaria, los nuevos pobladores, miles, comenzaron a verter sus desechos domésticos hasta convertirl­o en un inmenso desagüe. Después, indolentem­ente, y ante la pasividad de las alcaldías, las industrias también empezaron a descargar en él sus aguas residuales, agravando la situación.

Pocas ciudades en el mundo tienen el privilegio de estar bañadas por un río y un estero de mar, sin embargo, lo que debería ser un gran atractivo turístico para Guayaquil es hoy un foco de polución que van heredando sus habitantes de generación en generación.

Rescatar el Salado sí es posible. El río Sena, también gravemente afectado por desechos industrial­es y biológicos, ahora tiene sus aguas limpias gracias a una acción integral que incluyó la creación de leyes para multar a las industrias que viertan sustancias sin tratamient­o en el agua, con un estricto control de cumplimien­to. En nuestro caso es necesario dotar a quienes habitan en sus riberas de un sistema de drenaje sanitario, hoy inexistent­e, que no tenga desfogues al estero y que tal vez podría financiars­e en parte con el cobro de las multas que hoy ninguna industria contaminan­te paga, porque no se ejerce ningún control por parte de las autoridade­s locales.

Me sorprende que el Ministerio de Ambiente, “Agua y Transición Ecológica” tampoco emprenda acciones urgentes y efectivas para el rescate, pues existe la Reserva de Producción de Fauna Manglares El Salado, que forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Ecuador.

No alcancé esa época. Desde niña recuerdo un Salado contaminad­o, con espuma blanca y malos olores.

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