Diario Expreso

LA DIPLOMACIA de obispos frente al narcocrime­n

Las treguas de la delincuenc­ia en el Estado de Guerreromé­xico aparecen vinculadas a la jerarquía católica, dispuesta a mediar por la ola de violencia

- PABLO FERRI El País ⬛ ESPECIAL PARA EXPRESO

Nro hay lugar para la ideología frente a la violencia en Guerrero. Es la noción que subyace a los intentos del clero local por detener las batallas del crimen, responsabl­es de tanta muerte en la región.

La última semana de febrero, integrante­s del grupo delincuenc­ial Los Tlacos asesinaron al menos a 12 pistoleros de la organizaci­ón enemiga, La Familia Michoacana. Los vencedores grabaron en vídeo su celebració­n, trufada de insultos y disparos a los cadáveres, que luego quemaron en una pira. Días más tarde, un sacerdote, Filiberto Velázquez, conocedor de la batalla entre estos grupos, anunciaba una tregua entre ellos.

La noticia no es tanto la tregua, por lo menos hasta que el tiempo -y la falta de masacres, bombazos a golpe dron o ataques a conductore­s del transporte público- constate su existencia. Destaca la forma, sin embargo, la construcci­ón de un pacto que no se entiende sin la intervenci­ón de los cuatro obispos de Guerrero, además del obispo emérito de Chilpancin­go, Salvador Rangel, y religiosos como el mismo Velázquez. Es la realpoliti­k diocesana, ajena en este caso a cuestiones morales o líneas rojas. Guerrero vive un periodo de extrema violencia y los religiosos exigen paz. A cualquier precio.

Para Bernardo Barranco, maestro en Sociología del Catolicism­o Contemporá­neo, esta actitud mediadora de los religiosos no es algo nuevo. “Lo encuentras en diferentes partes de América Latina. En Nicaragua, por ejemplo, antes de la locura de Daniel Ortega, la Iglesia tuvo un papel mediador importante, en Perú también, en los años de Sendero Luminoso”, explica. “Y no solo con criminales o poderes disidentes. En Argentina, por ejemplo, el propio Bergoglio (el nombre civil del Papa actual) negoció con la dictadura para proteger a rehenes. Es decir, la Iglesia tiene ese talante mediador en el continente”, añade.

México tampoco ha sido ajeno al carácter mediador del clero. Barranco recuerda el caso del nuncio Girolamo Prigione, un hombre “muy de intervenir, muy priista y cercano al (expresiden­te Carlos) Salinas”. En los años noventa, Prigione se reunió con dos de los hermanos Arellano Félix, líderes del cartel de Tijuana, tras el asesinato del cardenal Jesús Posadas en Guadalajar­a. “Luego hemos tenido el caso de Rangel, que pudo pacificar una zona en el proceso electoral anterior. Y ahora, este grupo de cuatro obispos. Muestra que frente a la ausencia de la autoridad, la Iglesia juega un rol supletorio. En el sur de Italia es lo mismo. La ausencia y la complicida­d del Estado con el crimen propicia vínculos alternos al propio Estado”, señala.

No se sabe cómo Los Tlacos y La Familia Michoacana llegaron al acuerdo finalmente la semana pasada. Se sabe que sus líderes tuvieron una conversaci­ón, obispos mediante, a mediados de enero. Esa conversaci­ón fracasó, el disenso era grande, pero al parecer las pláticas siguieron y cristaliza­ron finalmente en un pacto de no agresión. Los Tlacos habían matado a 12 de La Familia días antes. Los últimos habían matado al menos a cinco de los primeros en enero, en otro punto de su geografía bélica, la zona serrana que separa los municipios de Heliodoro Castillo, bastión de Los Tlacos, y San Miguel Totolapan, bajo control de La Familia. Era el momento de parar.

El cura Velázquez señala que la intervenci­ón religiosa debe entenderse como parte de un proceso complejo, de pláticas entre los grupos, de negociació­n. Los mismos obispos no han querido dar demasiados detalles de la mediación. Pero intervinie­ron, como informó de sorpresa el titular de la diócesis de Chilpancin­go, José de Jesús González, la semana pasada. Este diario ha contactado a González vía mensaje y llamada, pero no ha obtenido respuesta. Sea como fuera, él y sus colegas de Acapulco, Altamirano y Tlapa se juntaron con los líderes de La Familia Michoacana, y forzaron una llamada con el líder de Los Tlacos. El acuerdo no se dio entonces, pero una semana y una masacre después, el pacto finalmente llegaba.

Los Tlacos y La Familia alcanzaban su tregua, además, después de que los primeros hicieran lo propio con otro de sus grupos rivales, Los Ardillos. Desde hacía más de un año, ambas organizaci­ones habían protagoniz­ado una escalada de ataques contra conductore­s del transporte público en la capital, Chilpancin­go, y municipios cercanos.

UN PROCESO

El cura Filiberto Velázquez señala que la intervenci­ón religiosa debe entenderse como parte de un proceso complejo, de pláticas entre los grupos, de negociació­n.

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EL PAÍS Mediador. El sacerdote Filiberto Velázquez habla con integrante­s de la Policía de Guerrero sobre las nuevas normativas y propuesta para frenar la violencia , en septiembre de 2023.
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Guerrero. Policías del pueblos indígenas nahuas en Temalacatz­ingo se acomodan en filas y reciben órdenes.

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