Boothill, un reflejo de lo actual
Las películas del ‘oeste salvaje’ contienen mucha ficción y a la vez reflejan mucha realidad. Durante la invasión en el siglo 19 de grandes masas de europeos a Norteamérica, establecieron pueblos donde reinaba la ley del revólver. Los de entonces crearon dos tipos de policías, unos llamados ‘marshall’, armados de un caballo, revólver y rifle, y otros llamados ‘sheriff’, quienes instalaban en las nuevas comunidades pequeños retenes. El marshall ambulante se desempeñaba como caza-delincuentes con el único ingreso de recompensas. Si bien existía ley penal, cada cual la interpretaba con propios criterios. Era legal matar a una persona en autodefensa o colgarla. Sobre este fenómeno que subsistió hasta comienzos del siglo 20 se filmaron cientos de películas. Me topé con una, Boothill, de 1958, con Charles Bronson como marshall ambulante, quien llegó al pueblo de Boothill y encontró a un bandido causante de varias muertes en otra comunidad quien, por no dejarse arrestar, sacó su revólver, pero Bronson fue más rápido. El bandido era un ser querido por los burgueses locales pues gastaba su plata robada y armaba negocios truculentos. En lugar de agradecer al marshall por zafarse de esa lacra, se lanzaron contra él, quien, a la final malherido, los dominó con el apoyo de mujeres que no compartían esa andanada burguesa. Al parecer en el siglo 21 tales ‘películas’ las vivimos a diario en la democracia malsana contemporánea, con pistoleros, ‘marshalles’ y politiqueros que representan a los burgueses, confabulados.