Suecia pone fin a más de dos siglos de neutralidad
La unión de esta nación a la OTAN representa una mejora militar
Tras más de dos siglos de neutralidad, Suecia amaneció ayer como flamante miembro de la OTAN. El giro copernicano en la política de defensa sueca, inimaginable hasta la invasión rusa de Ucrania, supone una transformación del marco de seguridad en el norte de Europa y refuerza las capacidades de la Alianza en el Ártico y mar Báltico.
La adhesión de Suecia a la organización militar, un camino plagado de obstáculos que se prolongó más de 20 meses desde su solicitud, cuenta con el respaldo mayoritario de la población y la clase política.
La última guerra en la que participó el país escandinavo concluyó en 1814. Cuando sus cañones dejaron de disparar en territorio noruego, Suecia adoptó una política de neutralidad que le permitió esquivar las dos guerras mundiales y contribuyó a que se erigiese en una especie de potencia humanitaria en las últimas décadas del siglo pasado.
Todo cambió radicalmente en febrero de 2022, tras el inicio de la invasión rusa a gran escala en Ucrania. Tanto en Suecia como en la vecina Finlandia se produjo un vuelco en la opinión pública sobre la adhesión a la OTAN.
El apoyo al ingreso entre la población sueca, que rondaba el 33% antes de la guerra —y no llegaba al 25% en 2014— se sitúa hoy cerca del 70%. Aún más drástico fue el giro en Finlandia, que comparte 1.340 kilómetros de frontera con Rusia.
Ante esta situación, el Partido Socialdemócrata de Suecia, que gobernaba en solitario en la primavera de 2022, optó por revertir su postura tradicional contraria a formar parte de una organización militar.