EN LA LUNA
Los módulos ‘SLIM’ y ‘Odiseo’, de Japón y EE.UU., han aterrizado con dificultades en el satélite tras aprovechar sus presupuestos modestos ¿éxito o fracaso?
Aterrizar otra vez en la Luna después de haberlo hecho hace más de medio siglo está costando mucho. De los seis últimos intentos, solo uno -la sonda india Chandrayaan 3 - tuvo éxito. Los demás, por una u otra razón, no se han catalogado como tales. Pero, ¿realmente ha sido tan desastrosa la experiencia?
Sin duda, tres misiones acabaron, efectivamente, en desastre. Primero, la Hakuto-r japonesa, cuyo altímetro se confundió por lo abrupto del paisaje y la mantuvo revoloteando a 5 kilómetros de altura hasta que agotó el combustible. Le siguió la rusa Luna 25, que se estrelló al no apagar a tiempo su retromotor durante lo que pretendía ser el primer alunizaje en el polo sur selenita, para lograr así batir por pocos días a la nave india. Después, la Peregrino, un proyecto privado con subvención de la NASA, no pudo cerrar una válvula que inyectaba gas en el tanque de combustible para ponerlo bajo presión. El depósito se agrietó y su contenido se perdió en el espacio. Sin propulsión auxiliar, no alcanzó la Luna y cayó de nuevo en la Tierra.
Japón también lo intentó en enero de 2024 con SLIM, un vehículo experimental solo destinado a ensayar alunizajes de precisión. La operación parecía haberse desarrollado bien, incluido el lanzamiento de dos diminutos robots equipados con cámaras de televisión justo antes de tomar tierra. Pero algo había ido mal y quedó evidente cuando uno de los robots transmitió una foto del SLIM, posado en el suelo sobre su morro. Su panel de fotocélulas, previsto para apuntar hacia el este para aprovechar el Sol había quedado orientado hacia el oeste y no generaba energía.
La telemetría y luego una imagen obtenida durante el descenso, confirmaron la razón del fallo. A 50 metros de altura, la tobera de uno de los dos motores de frenado se había desprendido y caído al suelo. Con el impulso desequilibrado, el SLIM empezó a dar volteretas mientras su sistema de orientación pugnaba por estabilizarlo. En esas condiciones tocó tierra.
Dice mucho de la habilidad de los ingenieros japoneses (y gracias a la baja gravedad lunar) que la sonda llegase al suelo en una pieza. Por buscar un símil, fue como si un automóvil perdiese una rueda delantera mientras circula a toda velocidad por la autopista. El software de aterrizaje no solo consiguió frenar lo suficiente, sino que llevó a SLIM a posarse a 60 metros del punto previsto; de no ser por la avería lo hubiese hecho diez veces más cerca.
En la Luna, el Sol sale y se pone como en la Tierra, pero su día desde alba a ocaso dura dos semanas. Solo hubo que esperar a que llegase el mediodía para que el panel fotoeléctrico volviese a recibir luz y se reanudasen las comunicaciones.
El SLIM no lleva calefactores, así que nadie esperaba que sobreviviese a la gélida noche lunar. Pero para sorpresa general, al llegar el nuevo amanecer volvió a transmitir. JAXA, la agencia espacial japonesa, se otorga a sí misma-con cierta dureza-una puntuación de 60 sobre 100, un simple aprobado para este primer intento.
PROBLEMA El fallo del altímetro impidió lanzar una cámara que debería haber filmado el aterrizaje. Aunque todavía se espera poderla expulsar para, por lo menos, tener una vista de cómo quedó el Odiseo.