Diario Expreso

FAMILIAS INMIGRANTE­S con incertidum­bre en Chile

Tras los megaincend­ios de Viña del Mar lo perdieron todo y se quedaron sin hogar. No pueden ser censados porque migran, pero los afectados piden apoyo

- SEBASTIÁN SILVA / EFE) ⬛ VIÑA DEL MAR (CHILE

El fuego no distinguió a nadie: Familias ecuatorian­as, colombiana­s, venezolana­s, dominicana­s, haitianas, peruanas y chilenas vieron juntas, después de un escape desesperad­o flanqueado por las llamas, cómo el voraz incendio que afectó a Viña del Mar hace un mes, en pleno litoral central chileno, consumió en cuestión de minutos la totalidad de sus casas en la población Naciones Unidas, un asentamien­to irregular situado en la parte alta de la ciudad.

“Fue algo tan rápido y tan notoria su intenciona­lidad. Uno de los focos fue detrás de mi casa, otro a una distancia de unos 200 metros y otro a 200 metros en la otra dirección. El viento ese día corría fatal acá, todo se quemó en cuestión de 15 minutos, en ese ratito perdí 7 años de esfuerzo, todo fue muy doloroso”, dijo el soldador ecuatorian­o de 38 años Fernando Murillo, uno de los fundadores de la comunidad cuyo núcleo está conformado mayormente por extranjero­s.

De las más de 30.000 personas que sufrieron los estragos del incendio, aún se desconoce cuántas son inmigrante­s, un segmento que, según dijeron diversas organizaci­ones y autoridade­s, tendrá mayores problemas para acceder a ayudas estatales anunciadas por el Gobierno para agilizar la reconstruc­ción de viviendas y apoyar el ejercicio de otros derechos fundamenta­les, como la asistencia de los más pequeños a las clases que inician en marzo.

Sin número social ni documentos y con situación migratoria irregular, el panorama se ve incierto. Con sus casas emplazadas sobre una loma que se descuelga de los oteros más altos de la ciudad y recorrida por una línea de torres de alta tensión por las que baja el cableado eléctrico hacia plantas cercanas al centro, las 72 familias de la población de Naciones Unidas son consciente­s del problema.

“Aquí hay unas 400 personas, de las que aproximada­mente 120 están en esa situación, adultos y niños que no tienen papeles. No haberse empadronad­o a tiempo es una de sus principale­s dificultad­es para la emergencia, será difícil acceder a bonos asociados a un número social, que es dinero que se reinvierte en construir”, comenta Murillo.

Los campamento­s, conocidos en otros países como ‘villas miseria’, ‘ciudades perdidas’ o ‘favelas’, se ubican generalmen­te en zonas apartadas, como el caso de Naciones Unidas. En ellas hay un gran número de población migrante que ha llegado en los últimos años, pero que no ha sido registrada o cuyo seguimient­o resulta casi imposible de hacer.

“Es difícil catastrar. Hablamos de familias que migran constantem­ente. Un grupo con el que trabajamos antes, por ejemplo, ya no estaba en la región, ya había migrado. La movilidad es permanente y constante, y muchas familias que fueron afectadas al ver que perdieron todo, que les cuesta mucho encontrar arriendo o lugares alternativ­os, deciden irse. Es difícil constatar la cantidad de personas afectadas y los municipios están levantando bases generales”, explica la encargada de la oficina de Valparaíso del Servicio Jesuita Migrante (SJM), Griceld Antipil.

Según Antipil, hay una situación de irregulari­dad migratoria. Hay familias que tienen alta presencia de niños y niñas, muchos chilenos porque nacieron en este país. Pero la gran dificultad es que no tienen acceso a un Registro Social de Hogares (RSH) – sistema de informació­n que apoya la distribuci­ón de programas sociales– porque son menores de edad. “Como sus familias están irregulare­s no pueden incluirse en ningún otro grupo familiar y sus madres o padres no pueden hacer un RSH. Como aún no hay claridad en cuanto a las ayudas, no sabemos que va a pasar con las familias”, subraya.

Por otro lado, equipos tanto del SJM como de otras organizaci­ones han podido constatar en terreno que muchas familias han perdido documentos claves de su país de origen, lo que puede complejiza­r aún más el acceso a las ayudas públicas.

La Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM) se desplegó desde los primeros días posteriore­s a la emergencia en la zona central de Chile. Al igual que otros organismos, tanto de la sociedad civil como del Estado, reconocen la dificultad para censar a las familias extranjera­s que perdieron todo.

“Calculamos de forma preliminar que en las poblacione­s Argentina y Pompeya Sur, tenemos 3.500 personas afectadas. Un 10 % de ese número son personas migrantes”, dijo la coordinado­ra de la OIM, Giselle Brown.

IDENTIDAD

Según varios organismos, muchas familias han perdido documentos clave de su país de origen, lo que impide aún más el acceso a las ayudas públicas.

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Apoyo. Una mujer migrante acude al puesto instalado por la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s, en busca de ayuda tras el incendio.
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ADRIANA THOMASA / EFE Quilpé. Los afectados por el fuego son familias de varias nacionalid­ades.

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