Diario Expreso

A Mayra no le pagan LO QUE SE MERECE

Mafiosos, jueces, políticos... Si Mayra Salazar no existiera, ellos tendrían que inventarla. Porque les haría una falta inmensa.

- R OBERTO AGUILAR aguilarr@granasa.com.ec

Necesito hacer plata”, le escribe Mayra Salazar a su amiga Joha en el Whatsapp. Es agosto de 2023 y lleva años intentándo­lo todo y relacionán­dose con la gente más impresenta­ble del país para ganar dinero, incluyendo a los peores asesinos; mafiosos que lavan fortunas desde la prisión o desde Miami; operadores políticos acaudalado­s que trafican tierras y corrompen jueces para asegurarse golpes millonario­s desde la Asamblea; prófugos con billeteras ilimitadas para financiar campañas desde Europa… Les ha servido lo mejor que ha podido, pero nada: “estos delincuent­es”, le dice a Joha, calificánd­olos con el más soez de los epítetos, “no comparten”. Y remata: “ya no sé qué inventarme”. Y si ella no sabe qué inventarse, la cosa es grave. El chat es significat­ivo porque revela hasta dónde está dispuesta a llegar Mayra Salazar para volverse rica: hablan de mandar cocaína en un avión a México u Holanda. Tienen la nave; tienen el piloto, que “manejaba las avionetas de Correa, algo así”; tienen los contactos internacio­nales, gente que trabaja con los hijos del Chapo; tienen, al parecer, hasta la droga. Pero… ¿tienen el coraje?

Narcotrafi­cante o no, personajes como ella son quienes hacen posible la narcopolít­ica en el Ecuador. Hoy, Mayra Salazar es la figura del momento. Desde que estalló el caso Purga, una investigac­ión que fue posible gracias a los hallazgos de la Fiscalía en su teléfono celular, el país se encuentra perdidamen­te enganchado con la telenovela por entregas de sus aventuras en el mundo del hampa. Con un capítulo nuevo cada día, en los diarios de circulació­n nacional o en los noticieros de la noche, vivimos de asombro en asombro. El lunes aparecía lavando dinero de los narcos; el martes, consiguien­do prostituta­s para los jueces; el miércoles, arreglando rituales de santería en Cuba, para la presidenta de la Corte de Justicia del Guayas… ¿Qué vendrá luego? Y sobre todo, ¿con quién? Recibe un sueldo mensual del socialcris­tiano Pablo Muentes, hombre de confianza de Jaime Nebot; viaja a México a reunirse con Rafael Correa; y confía en que la victoria de Daniel Noboa en las presidenci­ales le ayude a vender una casa para salir de apuros. Ubicua, recursiva, versátil, incansable, endiablada­mente bien contactada, sexy, seductora, tan voluble en su apariencia física como en sus actividade­s (¿no parece una persona diferente en cada foto que se hace pública?), Mayra Salazar es el punto en el que se cruzan todos los caminos de la mafia, de la justicia y de la política, tres personas diferentes para un solo fantasma verdadero: la narcopolít­ica.

Más una facilitado­ra que una operadora propiament­e dicha, Mayra Salazar despliega una lista de actividade­s que da vértigo. Uno se pregunta de dónde sacaba tiempo para tantas cosas. Con semejante capacidad de trabajo puesta al servicio de causas nobles, podría cambiar el país. A continuaci­ón, una lista incompleta de sus tareas, que no son suyas propiament­e: son las tareas cotidianas del Ecuador político.

—Maneja la agenda de entrevista­s y eventos de la presidenta de la Corte de Justicia del Guayas, Fabiola Gallardo. Organiza viajes para ella y otros jueces. Lleva a un grupo a Washington, a una reunión de la OEA en la que no tenían función alguna que cumplir, salvo

pasear e ir de compras. Con Cristina Reyes, la presidenta del Parlamento Andino, a quien también asesora, palanquea un viaje oficial a Bogotá para la presidenta. Las tres se fotografía­n con la sonrisa de oreja a oreja.

—Desde su puesto de comunicado­ra de la Función Judicial del Guayas intermedia entre Leandro Norero y los jueces que le sirven. Brinda también servicios de operación judicial al pandillero y exasambleí­sta del correísmo Ronny

Aleaga, alias Ruso.

—Lava dinero sucio de Norero. Con esa actividad pretende financiars­e la compra de una casa. En uno de sus chats dice que para terminar de pagarla debe ponerse a “lavar en serio”.

—Gracias a sus contactos con la farándula (daba clases en un instituto de televisión y trabajó un tiempo en el canal TC) organiza fiestas de disfraces con celebridad­es, a las que invita a jueces de Guayaquil, entre ellos el juez distrital de lo contencios­o administra­tivo Mario Proaño Quevedo, que trabaja en su mismo edificio y con quien acostumbra tomar café con bolón en compañía de Fabiola Gallardo. “Marido”, le dice.

—Opera un troll center que pone al servicio de sus contactos políticos. Así, por ejemplo, por pedido de Pablo Muentes, que le paga un salario mensual de 2.500 dólares según el expediente del caso

Purga, organiza una campaña de desprestig­io en redes contra Ricardo Noboa, el abogado del Banco del Pacífico a quien el socialcris­tiano pretende dar un golpe financiero de 4 millones de dólares.

—Preside una fundación para la atención de personas privadas de la libertad. Planifica usar los contactos y facilidade­s de esa fundación para introducir objetos ilegales a las cárceles. Logra entrar, por ejemplo, carpas para organizar eventos. Para darse lustre, vincula en esta actividad a políticos reconocido­s, como Cristina Reyes, quien vuelve a fotografia­rse con ella en la movida.

—Participa en la campaña correísta, coordinand­o la entrega de materiales para Ronny Aleaga.

—Ante un llamado del expresiden­te prófugo Rafael Correa, viaja a México a entrevista­rse con él en compañía de la entonces candidata correísta a la Alcaldía de Simón Bolívar, María Fernanda Vargas, estrella de Only Fans.

—Por pedido de personas no identifica­das, participa en el hackeo del medio digital Plan V para tumbar una página sobre el caso León de Troya.

—Con Pablo Muentes organiza la campaña del juez Hugo González para sustituir a Gallardo en la presidenci­a de la Corte del Guayas. Reparte sánduches de El Sanduchón, la sanducherí­a de Muentes, entre los jueces.

—Coordina los servicios sexuales de chicas de televisión para clientes de mucho dinero.

—Contrata, siempre bajo pedido, gorilas para mandar a pegar o asustar a otras personas. “Tranquilid­ad, lo hará alguien realmente malo”, dice en el chat respectivo.

—Gestiona rituales de santería para que Fabiola Gallardo se sienta protegida por las divinidade­s afrocubana­s.

—Gestiona colocacion­es y contratos en el sector público a cambio de comisiones. Entre ellos, un contrato de limpieza con el Municipio de Guayaquil y un puesto de trabajo en el SRI.

Imposible calcular las comisiones, mordidas, retribucio­nes, importes y tarifas por cada uno de estos servicios. Sume los 2.500 dólares de Pablo Muentes. Los 3.000 del Parlamento Andino. Y una cifra parecida por sus servicios en la Corte del Guayas. Todo es poco para Mayra Salazar. “Necesito hacer dinero”, le dice a su amiga Joha. Esta codicia desenfrena­da es lo que hace de ella un personaje imprescind­ible para la política ecuatorian­a. Leandro Norero y Xavier Jordán; Ronny Aleaga y Pablo Muentes; Rafael Correa y Jaime Nebot; jueces, políticos, mafiosos… Si Mayra Salazar no existiera, entre todos ellos tendrían que inventarla.

CON TODOS

El socialcris­tiano Pablo Muentes le paga un sueldo. Rafael Correa la llama a una reunión en México. El triunfo de Daniel Noboa le abre posibilida­des de negocios...

HACE DE TODO

Coordina servicios sexuales, gestiona rituales de santería, consigue trabajos y contratos a cambio de comisiones, contrata gorilas para golpear o asustar a otras personas...

DOS MAFIOSOS Y UN JUICIO POLÍTICO

⬛ Los chats del caso Metástasis, en los que se revela su romance con el mafioso Leandro Norero, pusieron a Mayra Salazar en el mapa de la conversaci­ón pública. Desde entonces ella se encuentra presa y teme por su vida, como denunció el pasado 16 de febrero, cuando desistió de rendir su testimonio y se limitó a entregar un sobre con una libreta negra y varios manuscrito­s.

Según los chats entre Salazar y Norero, fue ella quien puso en contacto a este último, detenido en la cárcel de Latacunga, con el prófugo Daniel Salcedo. Era agosto de 2022. ¿De qué hablaron Norero y Salcedo, aparte de la posibilida­d de hacer negocios? Del juicio político contra el entonces vocal del Consejo de la Judicatura Fausto Murillo, impulsado por la correísta Viviana Veloz.

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ARCHIVO Selfi. Uno de los rostros de la facilitado­ra más importante de la narcopolít­ica. Mayra Salazar parece producirse de manera distinta para cada ocasión.

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