Diario Expreso

No existe otra salida

- David Ernesto Ricaurte Vélez

Era un secreto a voces y ya se hizo público: el sistema judicial está podrido hasta la médula. La gran metida de mano en la justicia en 2011 sirvió para obtener sentencias favorables para el partido político gobernante en ese momento y para contaminar con la más atroz de las plagas del siglo XXI: el narcotráfi­co. Esos jueces de antaño, exhibiendo su economías con una casa de lujo, coleccione­s de motos Harley, etc., parecen niños de pechos comparados con los de ahora, quienes sin pudor ni rubor dictan sentencias absolutame­nte reñidas con la Constituci­ón y las leyes, tergiversá­ndolas, interpretá­ndolas a su impúdica convenienc­ia. Se destapó la caja de Pandora; debemos elegir nuevos jueces, ¿quién o quiénes los elegirán? ¿La Corte Constituci­onal? ¿El Consejo de la Judicatura? ¿El Congreso? ¿El CPCCS? ¿El pueblo (que elige a los asambleíst­as)? Es innegable que ninguna autoridad o persona es moralmente capaz e independie­nte de formar parte de un proceso para selección de jueces. Se levantarán las voces para criticar esta aseveració­n; se rasgarán las vestiduras, pero es la verdad. Si realmente queremos cambiar como país, no lo podremos hacer con una justicia corrupta, o sometida, o dependient­e, o con mediocres. Tenemos que hacer que los jueces sean elegidos por un Comité Internacio­nal con veeduría de la ONU, conformado por personas de países con el menor índice de corrupción (como los nórdicos). No hay otra salida; mientras los jueces sean elegidos por ecuatorian­os se cumplirá el dicho popular: “baja tonguito y sube mondongo”.

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