Mi amigo el samán está peleando solo
Hace 20 años, cuando llegamos a la ciudadela, el primero en recibirnos fue un imponente samán, de gran altura, figura central del parque; un frondoso condominio para iguanas y gran variedad de aves.
En los últimos tiempos la imagen se ha transformado por completo, porque llegó un personaje del que mi amigo el samán, por más que ha luchado con todas sus fuerzas, no se ha podido librar. Ese nefasto personaje es la cochinilla. No es que antes no hubiese plagas que lo atacaran, pero ninguna con la letalidad de esta, un enemigo silencioso que le va, literalmente, chupando la vida de a poco.
Este guerrero verde está solo y eso es lo que hace más probable que mi amigo el samán no salga bien librado de esta batalla y pase a ser uno más de los árboles que no lo lograron y que simplemente han sido talados y botados como desecho.
Cuando reflexiono sobre la soledad de la pelea de mi amigo el samán por sobrevivir, la veo tan parecida a la de nosotros los ciudadanos, que es difícil no dejar de sentir como propia la necesidad de levantar la voz y pedir auxilio, lo que efectivamente he hecho. Sin embargo hasta el momento solo he encontrado silencio e indiferencia, empezando por los vecinos que compartimos este mismo espacio. Resulta que para muchos de ellos sería mejor que lo retiren porque sus raíces rompen la cancha, aunque él llego primero que nosotros y nuestra cancha aplasta sus raíces. Si paso a la autoridad local, no ha sido muy diferente. Desde diciembre del año pasado he puesto varias solicitudes a través de la ventanilla universal, tal como lo pide la Municipalidad pero ha habido una absoluta indiferencia, pues hasta ahora, después de tres solicitudes, mi amigo el samán sigue esperando ser parte del cronograma de febrero de 2024 en el que supuestamente iba a ser incluido.
Estos días en que todos nos quejamos amargamente del calor en Guayaquil, miremos un poquito más allá, alcemos la vista y tomemos conciencia del grave impacto que estamos teniendo por la indefensión de nuestros árboles y la nuestra propia ante los silencios e indiferencia propios y de nuestras autoridades. Desde esa conciencia, empecemos a ser más protagonistas y pasemos de una lucha en soledad y desigual, no solo de mi amigo el samán, sino de la nuestra propia, a una que nos fortalezca como comunidad. Entendamos que solos no vamos a poder ganar las batallas actuales.