SINHOGARISMO: llega ayuda eficaz lejos del empleo Un proyecto piloto prevé apoyos en imagen personal, vivienda y conectividad como alternativa a los programas más generales para encontrar trabajo
El 17 de diciembre de 2021 a Elisa no le quedó más remedio que empezar una nueva vida, una que nunca se había imaginado. Ese día ella, que ahora tiene 53 años, y su hijo aterrizaron en Madrid. “Vienes de dejar todo, yo tenía mis tres trabajos, mi sueldo, mi casa, mi carro”, recuerda sobre su día a día en Venezuela, antes de perderlo todo y temer por la salud de su hijo, que tiene 29 años y una discapacidad reconocida del 77%. “Tenía que asegurarme el medicamento que evita que convulsione”. Lo dejó todo atrás y se vio sin hogar, porque en casa de su hermana no podían quedarse, como pensó en un principio. “Me tocó empezar de cero, y obtener un piso aquí por cuenta propia no es fácil, uno se choca con la pared”. Derrocha optimismo mientras cuenta una historia que a muchos les pesaría toneladas. Ahora tiene trabajo y puede pagar una habitación en una vivienda compartida.
Pero no siempre fue así. “Llegué a un refugio del Samur Social”, dice sobre sus inicios en España, después de que la casera de su hermana no les permitiera quedarse en la vivienda. Allí pasaron un año y medio. Su trabajadora social la remitió en 2022 a Hogar Sí, una entidad que combate el sinhogarismo, y entró en un proyecto piloto. Se trata de un programa financiado con fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, con una inversión de 2,9 millones de euros.
Duró casi dos años en los que reunió evidencia científica sobre los itinerarios personalizados de búsqueda de trabajo para personas sin hogar. Los resultados, presentados este lunes, constatan que a través de una atención menos estandarizada y no centrada únicamente en el empleo, sino también en aspectos como la vivienda o incluso la imagen personal, se consigue que el triple de personas logren una salida autónoma —un trabajo y abandonar el programa por decisión propia, con un proyecto de vida independiente— respecto al modelo de búsqueda tradicional.
Elisa tiene otros dos hijos, además de Alejandro, y cuatro nietos. Antes de venir a España, pasó por Bogotá, donde se quedó con una hija. Pero la situación médica de Alejandro seguía sin estar cubierta. “Yo tengo la nacionalidad española [su padre era español], así que fui al consulado. Me colocaron en un vuelo humanitario”.
Una vez aquí, encontró una fundación a la que podía acudir su hijo para que ella pudiera buscar trabajo. “Comencé a enfrentarme a los miedos, a caminar más lejos, a perderme”. Pidió el ingreso mínimo vital. “Yo soy licenciada en Ciencias de la Información y en mi país trabajé en una oficina pública del Estado como analista financiera”. Poco después añade que ahora trabaja en limpieza. “En lo que yo pagaba para que me hicieran”, dice riendo, quitándole hierro. Respecto a sus inicios, ahora están mucho mejor.
En España hay unas 37.000 personas sin hogar, según estimaciones de Hogar Sí. No quiere decir que todas estén en situación de calle, sino que no pueden permitirse una vivienda, muchas viven en albergues. Según datos del INE de 2022, el 47% están buscando un empleo. Así que Hogar Sí ha liderado un proyecto en el que participaron 344 personas que vivían en la calle o en albergues, y que contó con dos grupos: uno de control, que siguió una metodología tradicional de búsqueda de trabajo, y otro experimental, con apoyos más personalizados. Ambos fueron seleccionados aleatoriamente.
“En los itinerarios tradicionales que existen [para personas en exclusión], el centro son las ofertas laborales, en función de ellas se ve quién puede tener encaje. Aquí importa la vocación de las personas: a qué quieren dedicarse. Y nos ponemos a buscar empleo, vemos si requieren formación. También hay personal que busca alianzas con las empresas”, explica el director general de Hogar Sí, José Manuel Caballol. “Y hay un tercer ámbito: los apoyos que necesita la gente mientras hace el esfuerzo de buscar trabajo. En los procesos tradicionales suelen limitarse al transporte, para que la persona pueda acudir a la entrevista y poco más. Aquí lo primero que necesitan es una vivienda, ofrecemos apoyo para que puedan hacer su proceso, también en el ámbito de la formación específica, en la imagen personal y en la conectividad. A través del proyecto piloto, a Elisa la han ayudado a mejorar su currículum y entrar a una empresa.
DECISIÓN
Elisa se dispone ahora a “divorciarse” del programa. “Nos repartimos los bienes y cada uno a su lado”, vuelve a reírse. Es una separación feliz: se acabó la situación social.