Niños venden dulces en el metro de Nueva York y la ciudad no los detiene
Menores trabajan en el sistema de transporte en horario escolar
Hace poco, en un andén del metro del Bronx, en Nueva York, una niña con un abrigo acolchado pasó junto a los pasajeros con una caja con chocolates de diferentes marcas y chicles Trident colgada del hombro. Parecía tener 7 u 8 años.
Un pasajero la grabó en un video publicado en X, reclamando: “Sin padre, sin padre, ¿dónde está el padre?”, mientras la niña pasaba delante de él.
De todas las manifestaciones de miseria humana que la crisis migratoria de hace dos años ha traído a la ciudad de Nueva York, pocas perturban más la conciencia que la imagen de niños que ofrecen caramelos a la venta en el metro, a veces en horario escolar, a veces acompañados de sus padres, a veces no.
En los vagones y en las redes sociales, los neoyorquinos han preguntado: ¿Esto no es trabajo infantil? ¿Es ilegal? ¿No debería alguien hacer algo para ayudar a estos niños? Los niños de entre 6 y 17 años deben ir a la escuela. Los menores de 14 años no están autorizados para realizar la mayoría de los trabajos. No se puede vender mercancía en el sistema de transporte público sin un permiso. Pero ¿a quién le corresponde hacer algo? En consultas recientes a siete organismos municipales y estatales, el consenso fue “no es mi responsabilidad”. Más de 180.000 inmigrantes han sido procesados por las entidades de la ciudad de Nueva York en los dos últimos años, y unos 65.000 se alojan en albergues para personas sin hogar. Muchos de los recién llegados están desesperados por encontrar formas de sobrevivir en una ciudad cara, pero no pueden trabajar legalmente. La venta de alimentos es una de sus principales fuentes de ingresos.
Recientemente, una joven de 16 años que se encontraba vendiendo dulces en un tren de la línea 1 de Manhattan que iba hacia el sur a las 10:45 a. m. de un día laborable, dijo que estaba allí “porque tengo que ayudar a mis padres”. Se negó a dar su nombre. El Departamento de Educación tiene “profesores de asistencia” que trabajan para asegurarse de que las familias envíen a sus hijos a la escuela, pero estos no salen a inspeccionar. “Creo que te remitiré al Departamento de Policía de Nueva York por este asunto”, respondió por escrito una portavoz.
El Departamento de Policía declaró que el año pasado expidió más de 1100 órdenes de comparecencia por “venta ilegal y solicitud mendicidad” ilegales en el metro. Pero el departamento declinó decir si los oficiales tienen instrucciones de hacer algo si ven a niños en edad escolar vendiendo caramelos en el horario de clases. El Departamento de Trabajo del estado dijo que era “difícil determinar” si la práctica de los niños que venden dulces en el metro estaría infringiendo la legislación de trabajo, pues esta generalmente “regula las relaciones laborales (es decir, entre empleadores y empleados)”. La Administración de Servicios para la Infancia, la entidad de bienestar infantil de la ciudad, dijo que cualquiera que vea a un niño en una situación que parezca insegura puede llamar por teléfono a la línea directa estatal contra el maltrato infantil. Pero la Oficina Estatal de Servicios a la Infancia y la Familia, que maneja la línea telefónica directa, dijo que un niño que vende mercancías o mendiga no se consideraría en situación de maltrato o negligencia a menos que hubiera una preocupación específica sobre un posible daño, como “niños que venden dulces en una zona peligrosa”. Pero hay obstáculos logísticos para abordar el problema rápido.
EL DETALLE
Panorama. La mayoría de los vendedores de dulces proceden de Ecuador, dicen los defensores de los emigrantes, y las fotos de niños que ofrecen caramelos.