Diario Expreso

Mala tenencia, un problema común que es viable cambiar

La Unidad de Bienestar Animal recibe entre 200 y 300 denuncias mensuales ❚ La mayoría de las acciones del dueño de la mascota se pueden trabajar

- SARA OÑATE onates@granasa.com.ec

En febrero, el caso de Commu, un perro que fue violentado en Quitumbe, sur de la capital, conmovió a la comunidad. Una de las personas que expuso el caso en redes sociales aseguró que el agresor le introdujo objetos cortopunza­ntes y lo golpeó hasta romperle la cabeza. Pese a las agresiones, Commu aún se recupera.

Justamente esas plataforma­s han sido la principal ventana para conocer este tipo de maltratos a animales de compañía, que son considerad­as faltas muy graves en el Código Municipal del Distrito Metropolit­ano de Quito (DMQ). Las infraccion­es se sancionan hasta con 10 salarios básicos (4.600 dólares).

En 2023 se conocieron otros dos casos. Uno ocurrió en Guamaní, en el sur. En un video se observa que un hombre golpea a un perro, luego lo levanta y lo arroja al suelo. El animal trata de huir, pero no puede.

Ese mismo año, en la Ferroviari­a, una cámara captó el momento en que un ciudadano reía mientras intentaba ahogar a dos canes. En una lavandería los hundió varias veces.

Mensualmen­te, la Unidad de Bienestar Animal (UBA) recibe entre 200 y 300 denuncias por medio de su página web, redes sociales, en los tres centros de atención veterinari­a y un punto habilitado en el Bicentenar­io.

Frente a la cantidad de denuncias, Karina Pisco, directora de UBA, dice que priorizan los casos. Los más fuertes llegan de redes sociales. Ahí los inspectore­s interviene­n inmediatam­ente.

La mayor parte de denuncias que se reciben en la Unidad son por mala tenencia. Esto implica, por ejemplo, que el tutor no alimente al animal, que no limpie el espacio donde vive o que no cumpla con la vacunación.

Algo que llama la atención de la funcionari­a es que muchos casos se han tomado como algo personal. Explica que, tras la inspección, han verificado que se trata de vecinos que no se llevaban y presentaro­n la denuncia.

María Belén Chuquimarc­a es una de las 12 inspectora­s que trabaja en UBA. A diario atienden un promedio de diez denuncias. El miércoles, junto con una compañera y el conductor, llegaron hasta una vivienda de la parroquia Llano Chico (norte) para atender el llamado por una presunta mala tenencia.

Sin saber lo que les espera, golpean la puerta una, dos, tres veces. Nadie responde. Después la dueña de casa las recibe. Chuquimarc­a se identifica y le explica el motivo de su visita.

La propietari­a accede a que ingresen a la casa. Durante la inspección, constatan que había dos perros amarrados. La tutora dijo que hace más de dos años los dejaron abandonado­s en su terreno y ella los acogió.

La inspectora le explica que las condicione­s en las que se encuentran las mascotas no son las adecuadas y procedió a retirarlas del predio. En esa vivienda habían tres perros más que serán esteriliza­dos y vacunados.

Ese día transcurri­ó con relativa normalidad. Sin embargo, “hay sectores que nos preocupan. El trato a los animales se convierte en una alerta de lo que sucede en esa casa”, sostiene.

José Paredes, jefe subrogante de Inspección y Control, trabaja desde hace cuatro años en esta unidad municipal. Prefiere quedarse con las anécdotas y los momentos agradables, porque desagradab­les hay demasiados.

Una historia que siempre causa gracia entre sus compañeros es la del ‘perro estatua’. En dos ocasiones fue a una vivienda que tenía la figura de un can atado a una cadena en un balcón. “No sé por qué lo pusieron ahí, pero la gente piensa que es un perro de verdad”, cuenta.

Tras dejar las situacione­s curiosas de lado, Paredes y Pisco coinciden en que si bien hay un avance en cuanto al trato y el cuidado de los animales de compañía, todavía falta mucho camino por recorrer.

Tomando en cuenta que la mayor parte de denuncias son por mala tenencia, el funcionari­o considera que es una acción que el tutor puede corregir. Sin embargo, cuando existe un maltrato es más difícil. “Hay casos que ni siquiera puedo hablar porque me derrumbo. Si alguien es capaz de hacer daño a un animal, puede matar a un ser humano”, asegura. El camino que queda es la sensibiliz­ación y penas más duras para las personas que agredan o maten a los animales, finaliza.

EL DETALLE

Control. En lo que va de 2024, cuatro infractore­s se acogieron al trabajo comunitari­o, tras ser sancionado­s por el Municipio.

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GUSTAVO GUAMÁN / EXPRESO

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