Diario Expreso

AMAZONÍA un laboratori­o de semilla en la selva

El proyecto social y de sostenibil­idad, en el departamen­to colombiano de Caquetá, trabaja por recuperar las especies autóctonas de la selva

- NOOR MAHTANI El País ESPECIAL

Los días de recolecta, el profesor Iván Gómez se enfunda en unas botas de lluvia, ata su machete a un lado del cinturón, carga una nevera portátil y se echa a andar. Se adentra en el bosque como lo hacía cuando era pequeño: con ilusión y algo de adrenalina. “Yo creo que vamos a encontrar muchas semillas”, augura. Minutos más tarde, se mueve entre los árboles de amplias copas y anchísimos troncos con los ojos clavados en el cielo; el terreno se lo conoce a la perfección. “Ajá, ahí está. Este es de caucho nativo, también hay copoazú. Y este de aquí es caimo colorado. Estamos de suerte”, cuenta. Recoge un fruto amarillo del suelo, lo pela y extrae unas pepitas negras que guarda con mimo en un papel de periódico que señaliza como “Caimo 1″.

Un par de horas más tarde, cada una de las simientes estará sometiéndo­se a un tratamient­o diferente de germinació­n para ver cuál es más eficaz. La idea, cuenta este autodidact­a reconocedo­r de especies nativas, es restaurar poco a poco la Amazonia con especies que estaban mucho antes de que los machetes entraran a la selva con otro propósito. Esta selva que conoce como la palma de su mano es un pedacito de la finca que ocupa la empresa Amazonia Emprende en Caquetá, uno de los seis departamen­tos amazónicos de Colombia. Estas 30 hectáreas de bosque restaurado se han convertido en un oasis en medio de otros modelos extractivi­stas que imperan en la zona. Pero fue precisamen­te la industria maderera la que afinó la vista de Gómez, quien se dedicó a la tala de árboles hace unos años y aprendió a reconocerl­os con avidez. Ahora, usa todo ese conocimien­to para revertir lo que él mismo y miles de madereros más han provocado. En las expedicion­es lo suele acompañar también Brayan Castillo, de 20 años. Este joven lleva el registro de todos los datos de cada simiente que recolectan: la geolocaliz­ación, la cantidad, el estado en el que la encontraro­n.

“Nos sirve mucho saber de dónde viene cada una de las semillas por la trazabilid­ad. Es importantí­simo”. La selección es tan minuciosa que parece que lo que buscan son piedras preciosas. “Solo nos llevamos las que estén en óptimo estado”, dice. Una vez en el vivero, empieza la alquimia. Las semillas se cuidan con ese mismo esmero y a cada una de la misma camada se les somete a un proceso diferente: riego con agua caliente, fría, combinado con agua de coco, con una pequeña sutura... “Hemos conseguido que semillas que tardan meses en germinar lo hagan en apenas dos semanas”, dice con orgullo.

Amazonia Emprende empezó en 2019 a investigar sobre los procesos de restauraci­ón sin imaginarse que cuatro años más tarde se convertirí­an en un referente de la técnica y la conservaci­ón en el país. Aunque imparten talleres en su Escuela Bosque, ubicada a una hora en coche desde la capital, Florencia, el proyecto que tiene más llama la atención es el Centro de Semillas de Especies Nativas de la Amazonia. No existe otro igual en el bioma aunque es central para su restauraci­ón. Esta selva está tan deteriorad­a que empieza a asomarse al punto de no retorno.

Según la comunidad científica, si llega a un 20% de deforestac­ión, perdería la capacidad de regenerars­e. Actualment­e, la Amazonía alcanzó el 17%. Por eso para Julie Hernández, cofundador­a de la empresa, es fundamenta­l que la restauraci­ón se convierta también en una opción competitiv­a con otras fuentes de

ingreso en la región como la ganadería, impregnada en el ADN de los caqueteños. “Hay que empezar a generarle ingresos a los dueños de los árboles semilleros porque, en este momento, para el dueño de la finca ese árbol es igual que cualquier otro. Entonces, cuando llegan las épocas de quema le prenden candela”, explica Hernández a dos alumnas de uno de los talleres de fin de semana.

“Pero, ¿qué pasaría si yo le digo al dueño que tiene un tesoro y que le voy a pagar por sus semillas?”. Para esta bogotana que se empeña en ver el vaso medio lleno,

restaurar la Amazonía puede y tiene que- ser también rentable. Actualment­e, el Centro de Semillas cuenta con un acervo de 61 especies y monitorea alrededor de 15.000 árboles. Los procesos de reproducci­ón y germinació­n de estos solo han generado un 5% de mortalidad en las plántulas que siembran posteriorm­ente. Otra organizaci­ón no gubernamen­tal, Acumen, analiza actualment­e realizar una inversión en esta iniciativa. La nueva financiaci­ón abre también nuevos escenarios. Hernández querría empezar a pagar por las semillas, comentaba en el taller, aumentar el acervo.

VISIÓN Se ilusiona como una niña cuando encuentra semillas mordidas por los animales o cuando encuentra plántulas cada vez más firmes en el suelo o en recorridos.

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Labor. Bryan Castillo, Julie Hernández e Iván Gómez buscan diferentes semillas en el bosque de la finca de Amazonía Emprende.
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NATHALIA ANGARITA / EL PAÍS Vista. Semilla de caimo en bosque de la finca de Amazonía Emprende.

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