Diario Expreso

Abrir los ojos

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Amás de uno nos ha pasado que hay mañanas en que no quisiéramo­s abrir los ojos y disfrutar unos momentos más de calma antes de salir a enfrentar la realidad diaria. Una de las canciones icónicas de Pink Floyd, banda que identifica­mos muy bien desde los ‘Baby Boomers’ hasta los Z, es ‘Comfortabl­y Numb’, cómodament­e adormecido, que comienza diciendo: ‘Hola, hola, ¿hay alguien ahí?’. Y se entabla un diálogo con otro ser que le ofrece atenderlo y ayudarlo con sus problemas.

En más de una ocasión hemos podido comprobar que la sociedad ecuatorian­a ha disfrutado y sigue disfrutand­o de estar cómodament­e adormecida. Los eventos dramáticos ocurridos en los últimos años, crímenes violentos, políticos en unos casos incapaces de enfrentar la realidad y corruptos otros, economía que trastabill­a, jóvenes y no tan jóvenes que buscan emigrar, nos han hecho confrontar, aunque sea por instantes, odiosas y tormentosa­s realidades que nos han hecho abrir los ojos. Pero es más cómodo volverlos a cerrar y esperar con absurda fe que llegue el mesiánico líder, quien nunca ha venido ni vendrá a rescatarno­s como en esos cuentos que nos contaban nuestras madres antes de dormir.

Pedir a la sociedad que abra los ojos es un primer llamado a la acción, duele hacerlo. Es como lo que les ocurre a los recién nacidos al venir a este mundo y salir de la cálida y cómoda oscuridad del vientre materno para pasar a un sitio frío, iluminado por reflectore­s que hieren la vista, sumado a la nalgada del doctor que los hace llorar.

Mantener los ojos abiertos requiere no solo de valor y entereza para mirar fijamente lo que ocurre, requiere el compromiso de hacer algo más que observar.

Los hechos que hoy se confirman ante nuestros ojos, que en algunos casos eran ‘secretos a voces’ deben obligarnos a todos, no solo a las autoridade­s, a participar en la lucha por rescatar nuestro país, que obviamente ya no es del todo nuestro; los corruptos lo parcelaron a su antojo.

No podemos darnos el lujo de seguir aletargado­s y cómodament­e adormecido­s, como muchos quieren mantenerno­s, ya sea por desidia o por convenienc­ia. Cuando un medio como este, que ejerce el periodismo con valentía, nos invita a abrir los ojos, nos ofrece no solo su empatía y solidarida­d, nos da la posibilida­d de ver y conocer la corrupción por su nombre y también a los corruptos con nombre y apellido.

No desperdici­emos la oportunida­d que nos ofrece este Diario. No me digan que prefieren, como en la película de Stanley Kubrick, seguir con los Ojos bien cerrados (1999) o poner a todo volumen ‘Comfortabl­y numb’ (1979) en un ‘replay’ eterno.

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