OBJETIVOS DE BRASIL: entre ecologista o petrolera
La empresa estatal Petrobras podría ser la tercera mayor productora de petróleo del mundo, un contraste con las promesas de luchar contra el cambio climático.
Desde la ventana de su oficina, el director de la petrolera estatal de Brasil observaba el paisaje abarrotado de Río de Janeiro. Del otro lado de los desgastados rascacielos de la ciudad, la estatua del Cristo Redentor también fijaba su mirada en él. Un grupo de halcones revoloteaba en círculos sobre un enorme montón de basura. Unas columnas de humo se desprendían de una hoguera en una favela situada en una colina.
Su empresa, Petrobras, planea un aumento tan acelerado en la producción petrolera que Brasil podría convertirse en el tercer mayor productor del mundo para 2030, una transformación que, en su opinión, podría contribuir a reducir la pobreza evidente frente a sus ojos. Su país tiene este plan a pesar de que se ha posicionado como uno de los líderes en el combate contra el cambio climático, un fenómeno que, por supuesto, se debe principalmente a la quema de petróleo y otros combustibles fósiles.
Petrobras ya extrae casi la misma cantidad de petróleo crudo al año que Exxonmobil, según Rystad Energy, una firma de investigación de mercados. En los próximos años, de acuerdo con las proyecciones, rebasará a las petroleras nacionales de China, Rusia y Kuwait, con lo que solo las de Arabia Saudita e Irán extraerán más que Petrobras para 2030.
Se trata de un dilema colosal para el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, mejor conocido como Lula, quien se ha forjado una imagen como el líder mundial más notable en temas ambientales. Según el consenso general, Lula se ha convencido en años recientes de que el cambio climático es un factor importante que genera pobreza y desigualdad, situaciones que ha prometido erradicar a lo largo de su carrera política de varias décadas.
Desde que fue electo en 2022, Lula ha logrado reducir drásticamente la desforestación en la Amazonía y ha liderado un desarrollo considerable de las energías renovables. Pero también dirigirá el auge petrolero de Petrobras y un periodo de crecientes importaciones de gas, con lo que podría lograr que Brasil satisfaga su creciente ambición de tener vuelos más baratos, dietas más sustanciosas y hogares con aire acondicionado.
Por más contradictorio que parezca, es lo justo, señaló Jean Paul Prates, director ejecutivo de Petrobras, desde las relucientes oficinas centrales de su empresa que le ofrecen una vista panorámica.“no renunciaremos a esa prerrogativa”, afirmó, “porque otros no están haciendo ningún sacrificio”.
Este es un argumento que preocupa a quienes encabezan proyectos globales con el objetivo de reducir la dependencia de combustibles fósiles. Los países industrializados como Estados Unidos, que se convirtieron en superpotencias económicas gracias a actividades que emitían cantidades gigantescas de gases de efecto invernadero, todavía son los mayores productores per cápita y consumidores de combustibles fósiles.
Y si ellos no paran, ¿por qué debería hacerlo Brasil?
La principal asesora de Lula en temas de cambio climático, Ana Toni, que cuenta con una larga trayectoria al frente de distintas organizaciones sin fines de lucro, indicó que, en el caso ideal, Petrobras debería reducir su producción de petróleo e invertir mucho más en opciones renovables, lo que, de hecho, la transformaría en un nuevo tipo de empresa. Sin embargo, concordó con Prates y subrayó que, en tanto no se consiga que todo el mundo colabore para lograr la misma meta y los países más ricos lideren esas acciones, los países en desarrollo se seguirán oponiendo a hacer sacrificios.
Durante años, esa tensión ha dominado las negociaciones en el tema del cambio climático y volverá a ser uno de los temas centrales en la cumbre de noviembre de este año patrocinada por las Naciones Unidas en Azerbaiyán. En esa reunión, los negociadores de casi todas las naciones del mundo esperan abordar el espinoso tema de qué podrían hacer los países más ricos para hacerles llegar más dinero a los países más pobres y así ayudarlos a adoptar fuentes de energía más limpias y adaptarse a los efectos del cambio climático.
Después de Azerbaiyán, el próximo anfitrión de la cumbre del clima de las Naciones Unidas será Brasil. Esa cumbre se celebrará en Belém, una ciudad que colinda con la Amazonía, cerca de un lugar donde Petrobras propuso realizar exploraciones petroleras.
EXPLORAR
Petrobras planea invertir más de 7000 millones de dólares en los siguientes cinco años para explorar posibles sitios de perforación marítimos en Brasil.