Diario Expreso

La tortura de regresar de la playa

- MONICA CASSANELLO colaborado­res@granasa.com.ec

Durante los primeros cuatro meses de cada año, la mayoría de guayaquile­ños parte cada fin de semana hacia las playas para disfrutar del mar, comer rico y descansar del ritmo frenético de la ciudad. Últimament­e, también para escapar del calor agobiante. Sin embargo, todo el ‘relax’ conseguido se desvanece en el viaje de retorno, para los que vienen de la Península de Santa Elena en el momento en que llegan a la altura de Progreso, y para los que vienen de General Villamil, desde el instante en que parten hacia Guayaquil, pues el tráfico pesado provenient­e del puerto de Posorja comparte la vía con ellos desde el principio hasta el fin del trayecto, debido a que una gran naviera trasladó hacia allá sus operacione­s. Tráileres y camiones copan el carril derecho, dejando libre solamente el izquierdo, por el cual deben circular los carros livianos, tanto los que van rápido como los que van lento…

El trancón que se produce cuando converge el tráfico provenient­e de General Villamil con el que viene de la Península data de hace tanto tiempo que es ya una tradición. Y nos las hemos ingeniado para evitarlo saliendo el domingo temprano en la mañana o hasta mediodía, o bien ya en la noche, pasadas las 20h00. Pero cada vez es más difícil poder estar en casa en el tiempo planificad­o y sin contraried­ades.

Cuando se estanca el tráfico el caos es total. Los vehículos se detienen por completo y los apurados invaden el carril de servicio, por lo que de dos carriles se pasa a cuatro. Nunca ha habido, ni hay, vigilantes para poner orden y hacer respetar las leyes viales, pese a que no son más de 30 km de congestion­amiento y podrían ubicarse por tramos para extender multas a los anarquista­s y sentar precedente­s. Ninguna autoridad de tránsito ha tenido, hasta hoy, la voluntad ni la decisión de hacer un verdadero cambio y poner fin a este cuello de botella. Como tampoco se ve ninguna medida impuesta por la Municipali­dad para que el costo de reparación de la vía, por el deterioro acelerado que va a tener debido al notable incremento de tráfico pesado que ahora soporta, sea asumido proporcion­almente por la empresa que lo genera para llevar a cabo sus operacione­s productiva­s.

El trancón que se produce cuando converge el tráfico provenient­e de General Villamil con el que viene de la Península data de hace tanto tiempo que es ya una tradición.

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