La Teoría del caos y Platón

En su obra Caos, Leonard Smith indica que en 1952 el novelista Ray Bradbury publicó en una revista su escrito El ruido de un trueno, donde señala que una mariposa puede provocar el desequilibrio con el paso del tiempo.

Ya en 1972, en la convención de la Asociación Americana para avance de la ciencia, en el MIT, Edward Lorenz lanzó su cuestión de si ¿puede el aleteo de una mariposa en Brasil crear un tornado en Texas? Muchos dicen que a partir de ese momento se volvió la base de la Teoría del caos. En resumen, una pequeña acción puede cambiar el destino de cualquier sistema.

Por otro lado, Platón, 400 a. C., en su diálogo Fredes, grafica los conflictos que tiene el alma humana entre el bien y el mal, con un cochero que debe dominar dos caballos; uno representa al mal y otro representa al bien. Ambos tratarán de dirigir en toda la ruta al cochero, que representa al alma, pues para el gran filósofo griego, el caos es la forma de oportunidad del orden. Su explicación se la conoce como el Mito del carro alado.

Estamos en Semana Santa y quiero traer ambos conceptos para aplicarlos a nuestra vida. Si cualquier acción, por pequeña que sea, puede cambiar el rumbo del futuro.

¿No será hora de que cada uno de nosotros pueda impulsar las buenas acciones y sigamos la ruta que nos indica nuestro caballo noble y no el malicioso?

Hace pocos días me invitaron a dialogar con Acorvol.

Frente a unas cien mujeres que amanecen cada día pensando cómo harán la práctica del bien en más de cincuenta organizaciones voluntarias, no podía dejar de pensar en que desde 1849, cuando se creó la Sociedad Filantrópica del Guayas, junto al Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, forman esa gran característica de la beneficencia en nuestra ciudad.

Las damas de Acorvol ya eligen día a día hacer esa acción disruptiva que cambia vidas, ya eligieron apostar a su camino hacia el bien.

¿No será que podemos todos aprender de la historia de la práctica diaria de esas mujeres y que nuestro compromiso de Semana Santa sea ese? Ser disruptivos y apostar al bien común.

¿No será hora de que cada uno de nosotros podamos impulsar las buenas acciones y sigamos la ruta que nos indica nuestro caballo noble y no el malicioso?