Ébola, mayor riesgo por cambio climático
No existe ningún foco activo, pero la amenaza sigue latente
Desde marzo de 2014 a marzo de 2016, el virus del Ébola, que causa fiebre hemorrágica, mató a más de 11.000 personas y contagió a más de 28.000 en África Occidental, además de provocar la alarma de Europa y América por algunos casos importados con una enfermedad cuya mortalidad era del 90 % hasta que llegaron los primeros tratamientos específicos. “El riesgo ahora es mucho más bajo porque las alertas se detectan antes” y se activan los protocolos de emergencia regionales. “Un solo caso de ébola ya es una epidemia”, asegura la responsable de vacunas y respuesta a brotes epidémicos de Médicos sin Fronteras. Sin embargo, el cambio climático, la deforestación y la globalización son una amenaza para que los brotes afecten más a las ciudades donde se concentra mayor población. La sanitaria ha trabajado sobre el terreno en varias epidemias de ébola. Las últimas se han producido en República Democrática del Congo en 2018-2019 y en Uganda en 2022. “No es una enfermedad que se pueda erradicar porque el reservorio es animal”, se transmite al hombre a través de animales y luego pasa por los fluidos de persona a persona, recuerda. Los tratamientos de vacunas y de antivirales contra el ébola, junto a las acciones de prevención, detección y control, han reducido la mortalidad a un 50%. La epidemia de 2014 y el miedo de los países europeos y americanos abrió la puerta a los primeros fármacos específicos contra este virus. Ahora existen dos vacunas, contra el serotipo Zaire, el más agresivo, y dos antivirales. Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry, diez años después del tsunami ébola, todavía se están recuperando de la devastación que provocó este virus.