Diario Expreso

Tierra de cuenteros

- RUBÉN MONTOYA VEGA colaborado­res@granasa.com.ec

Ecuador tiene una dependenci­a emocional muy fuerte con los cuenteros, y no me refiero a los morosos que ofrecen pagar mañana o a los galanes de cuarta con aquello de sólo la puntita. Hablo de la fascinació­n por los charlatane­s que le prometen el paraíso en cuotas. Poco importa si ese cuentero de leyenda sea oriundo de Muisne, haya estudiado en Lovaina o viva con su esposa en Olón.

Repaso por nuestra historia para sostener el concepto: fue Jamil Mahuad el que prometió que nunca habría un feriado bancario, después de que nuestra infinita codicia nos hizo creer que los piratas, digo banqueros, podían pagar honestamen­te el 100 % de interés por los ahorros. Y ya ven, meses más tarde nos congeló cuentas y esperanzas.

¿Y no fue Lucio Gutiérrez al que apodamos Pinocho por que le crecía la nariz cada vez que hablaba? Pero bien que lo votamos.

¿Y no fue Lenín Moreno quien ofreció un tren playero? “Señor presidente”, le decíamos, flor de pendejos.

En la actualidad se mantiene la tendencia. Nos dicen “el país se está calmando” y les creemos, aunque el Plan Fénix más parece una bola de humo del porte del ego presidenci­al (o sea que muuuuuy grande). ¿Que no? Que nos cuenten entonces -con detalle- dónde están los 16.000 detenidos que dicen haber capturado (la Penitencia­ría del Litoral, para que tengan una idea, alberga a 5.000 presos) y de qué han servido los 200.000 mil operativos antinarco. Leyó bien: ¡200 mil! Es decir que hemos visto dos mil por día. Ni Hollywood

Fito sigue libre, el narco ni se mosquea y los operativos alcanzan para poco más que mandar a la cárcel de máxima seguridad al hijo de una vicepresid­enta que se ha vuelto indeseable.

se atrevió a tanto…

¿Y para qué? Fito sigue libre, el narco ni se mosquea y los operativos alcanzan para poco más que mandar a la cárcel de máxima seguridad al hijo de una vicepresid­enta que se ha vuelto indeseable.

Autoridade­s asesinadas (como las de Canoa), asaltos en media carretera (como los rutinarios en vías a Loja o Esmeraldas), extorsione­s al alza, vacunas que el antiproduc­tivo toque de queda no detienen… Eso tenemos.

Y aún hay ingenuos (hoy me pueden los buenos modales) que se creen que el Plan Fénix funciona.

Es normal, esta es tierra donde los políticos saben que tienen público cautivo para dar rienda suelta a su vocación de embusteros.

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