Diario Expreso

Arrinconar a Maduro

- RUBÉN MONTOYA VEGA colaborado­res@granasa.com.ec

Me temo que es un poco tarde, aunque quizás quede margen de maniobra para lograr que Venezuela tenga elecciones libres. La tarea luce casi imposible, pero debe intentarse.

La situación es esta: Nicolás Maduro, el presidente de facto tras amañar los comicios de 2018, muestra claramente que se aferrará al poder. Con un país devastado por la cultura chavista del atraco, con tres de cada cuatro habitantes en pobreza extrema y la producción petrolera en caída, es obvio que su popularida­d esté en mínimos.

Maduro sabe que no puede ganar y su salida es seguir el guion que otro de su ralea ejecutó, sin detenerse a pensar en nimiedades morales ni risibles presiones internacio­nales. Daniel Ortega, el dictador de Nicaragua,

resolvió en dos patadas el dilema de cómo atornillar­se en el poder: compró a las FF. AA. (que en todos lados se parecen, ¿o no?), alquiló cortes y legislatur­as, y encarceló a todos los candidatos. ¿Lo habían olvidado? Ni uno de los rivales con chance de triunfo quedó libre. Así ‘ganó’ Ortega el 2021. Maduro se relame.

La inhabilita­ción de María Corina Machado, amplia favorita, develó la estrategia del dictador. Ahora impide la inscripció­n de la sucesora de Machado: tampoco Corina Yoris lo enfrentarí­a. Y menos Omar Barboza, la tercera baza opositora... ¿No está claro aún que el exitoso plan de Ortega será copiado por Maduro? No los encarcela, pero los inhabilita.

¿Qué hubo luego del asalto de

Ortega al poder? Nada. La “comunidad internacio­nal” lanzó cuatro palabrejas al viento quejándose de la falta de transparen­cia y bla bla bla. Ortega ni se inmutó y ahí sigue. Con el hijo tonto de Chávez podría ser parecido.

Pero hay una diferencia: Venezuela pesa en la región y líderes socialista­s han criticado duramente a Maduro. Empezó el patriarca Pepe Mujica, le siguió el colombiano Gustavo Petro, y acaba de clavar banderilla­s Lula, la leyenda del Brasil. Si ellos dicen que no hay democracia en Venezuela, ¿qué esperan los demás presidenti­tos para condenar la dictadura y retirar embajadore­s? El tiempo es para ayer: hay que arrinconar a Maduro o tendremos a la vuelta de la esquina un triste calco de Cuba.

¿Qué hubo luego del asalto de Ortega al poder en Nicaragua? Nada. Ni se inmutó y ahí sigue. Con el hijo tonto de Chávez podría ser parecido en Venezuela...

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