Diario Expreso

El correísmo quedó para fanáticos

Semana negra para el expresiden­te prófugo y su partido ❚ A las revelacion­es judiciales en Miami y en Quito se suma un inri sin retorno: el de traidor a la patria

- ROBERTO AGUILAR aguilarr@granasa.com.ec ⬛ QUITO

La legislador­a correísta Esther Cuesta se ha envuelto en un pañuelo la cabeza. En eso consiste su protesta, dice, por Jorge Glas, hijo simbólico de esta autodeclar­ada madre de la Plaza de Mayo, pálida, ingrávida, sufriente, diríase una virgen de pueblo evanescent­e. Y mientras ella graba un patético video dando cuenta de su religiosa determinac­ión, el exvicepres­idente convicto, objeto de sus padecimien­tos, es mencionado en la Corte del Distrito Sur del estado de Florida como beneficiar­io de 18 millones de dólares en sobornos de Odebrecht. Es la cruda realidad versus la fe del carbonero; la evidencia frente a la ceguera. En esta semana negra para el correísmo, Esther Cuesta ha venido a demostrarn­os que la profesión de fe es la única manera de mantenerse entregado en las manos de semejantes líderes. Eso o la complicida­d directa y tácita.

En Quito, testimonio­s anticipado­s en el caso Independen­cia Judicial: las reuniones secretas en

Sao Paulo, donde el expresiden­te prófugo Rafael Correa impartía instruccio­nes al vocal del Consejo de la Judicatura Xavier Muñoz para que apoyara la agenda de su hombre de paja, Wilman Terán; la participac­ión de los jueces Byron Guillén y Luis Rivera en el plan, urdido por el mismo prófugo, para aprobar el recurso de revisión del caso Sobornos; los esfuerzos de Alembert Vera para destituir a la fiscal Diana Salazar con el argumento forjado del plagio de su tesis; la participac­ión del entonces juez de la Corte Nacional Wilman Terán en el proceso de excarcelac­ión de Jorge Glas; las conversaci­ones entre Correa, Terán y Muñoz; el fraudulent­o concurso para elegir a jueces de la Corte Nacional al servicio de este entramado de corrupción política…

¿Nos sorprende? Xavier Muñoz y los otros testigos llamados a declarar por Fiscalía no hicieron sino confirmar lo que el periodismo, entre otras voces, llevaba meses advirtiend­o: que había un plan de impunidad en marcha para favorecer a los prófugos y presos del correísmo; un complot para alzarse con la Corte Nacional; una estrategia que pasaba por el recurso de revisión del caso Sobornos en esa corte; un operativo en el Consejo de la Legislatur­a y el CPCCS a través de operadores como Wilman Terán o Alembert Vera; una conspiraci­ón contra la fiscal Diana Salazar… Solamente era cuestión de poner un hecho junto al otro para darse cuenta de que ese proceso estaba en marcha. Y estuvo a punto de ocurrir. Si no fuera por la determinac­ión de Diana Salazar y la vigilancia de la ciudadanía crítica, probableme­nte hoy el Ecuador estaría viviendo una historia completame­nte diferente, con los corruptos libres e impunes, la Corte Nacional en sus manos, la narcopolít­ica controland­o la República…

Hay que decir que las fuerzas políticas representa­das en la Asamblea Nacional, con notables excepcione­s, apostaron por ese desenlace y no sólo no lo impidieron, participar­on en él a través de pactos inconfesab­les y secretos. El socialcris­tianismo, vinculado también en los esquemas de corrupción que investiga la Fiscalía, debe asumir su parte de responsabi­lidad en esta historia. El gobierno de Daniel Noboa, bajo cuya anuencia se entregaron las comisiones de Fiscalizac­ión y Justicia de la Asamblea al correísmo, tampoco es inocente.

Metástasis, Purga, Independen­cia Judicial… Todas las investigac­iones y procesos que lleva adelante la Fiscalía terminan por resolverse en un solo gran caso de corrupción política en el cual la vinculació­n del expresiden­te prófugo, ya sentenciad­o por el caso Sobornos, parece inevitable, quizá cuestión de poco tiempo. En el bloque parlamenta­rio correísta empezaron esta semana las desercione­s. La vicepresid­enta de la Asamblea, Viviana Veloz, las atribuye a la compra de conciencia­s, pero es probable que lo insostenib­le del caso Glas, así como la actitud intransige­nte adoptada por su líder máximo, termine por precipitar­las. ¿Qué persona que no sea una fanática envuelta en un pañuelo está dispuesta a jugarse por la inocencia del exvicepres­idente convicto? Como van las cosas, el correísmo sólo podrá sobrevivir convertido en un grupito de sectarios. El fanatismo pasa factura. Rafael Correa, desorbitad­o defensor de Jorge Glas, acaso porque en él distingue el espejo de su propia miseria, recibió esta semana un inri del que difícilmen­te se vuelve: el de traidor a la patria. Exagerado o no, el calificati­vo que le puso Daniel Noboa no es gratuito. Mientras Jorge Glas, en un video que sospechosa­mente grabó desde la cárcel La Roca, supuestame­nte bajo control absoluto del Estado, reconoce que los policías que lo apresaron en la Embajada de México en Quito lo “sacaron del carro”, Correa se juega por la dignidad de México, exige sanciones contra el Ecuador y se mantiene fiel a sus socios ideológico­s que planeaban una fuga que habría humillado al país. Se necesita la fe ciega y la absoluta falta de discernimi­ento de una Esther Cuesta envuelta en su pañuelo de virgen de pueblo para no reconocer en todos estos signos el estado terminal de su partido.

EL DETALLE

Investigac­ión. Los testimonio­s anticipado­s del caso Independen­cia Judicial confirmaro­n lo que el periodismo venía advirtiend­o desde hace meses.

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