Diario Expreso

Rorate caeli: la plegaria de Daniel

- CÉSAR FEBRES-CORDERO LOYOLA X:@caesaraemi­lius

La política no es el arte de los honestos, pero quien pierde toda su credibilid­ad no puede ser un político. Esto es algo que el novicio presidente Noboa y su escolástic­o gabinete ignoran a un alto riesgo.

A este Gobierno, como a muchos otros antes y en otras partes, se le ha recriminad­o el haber incumplido sus promesas de campaña. Si el reclamo simplement­e fuera por la demora en la implementa­ción de algún programa o en el inicio de alguna obra, podría defenderse diciendo que en ningún país las cosas avanzan tan rápido, menos en este que se arrastra.

Sin embargo, no podemos ignorar que en campaña Noboa ofreció mucho más de lo que podía hacer: planes agrícolas, mayor inversión en el sector energético y el aumento de las pensiones, y todo eso sin subir impuestos ni tocar el Yasuní. Si sus defensores nos dicen que los demás candidatos hicieron lo mismo, podríamos responderl­es que ellos no están en Carondelet ni son responsabl­es por un mandato. Naturalmen­te, el Gobierno nos ha dado otra respuesta: no sabían con lo que se iban a encontrar y, encima de eso, el 9 de enero lo cambió todo.

Este es el tercer gobierno que finge sorpresa al encontrars­e con el descalabro de las finanzas públicas. A Moreno era imposible creerle, porque él había sido el candidato oficialist­a. Años después, luego de la pobre recuperaci­ón pospandemi­a y la inoperanci­a de Lasso, Noboa tendría que haber vivido en otra dimensión para no saber a lo que se metía. Lo mismo podría decirse sobre su excusa en torno a la seguridad. El ataque a TC fue un atentado nunca antes visto, pero no fue ni el primero ni el peor acto de violencia criminal en estos años.

Desde que asumió el poder, esta administra­ción se ha enredado con nombramien­tos firmados y después tirados a la basura, con entregas de cárceles al SNAI empezadas y luego canceladas sin explicació­n, con apagones realizados sin advertenci­a a los que han declarado suspendido­s sin efecto, y con denuncias de golpes de Estado y de sabotaje por las que no ha podido presentar pruebas. Si esto continúa así, en Carondelet descubrirá­n para su pesar que es más fácil invocar la lluvia que recuperar la confianza de la gente.

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