Diario Expreso

En tinieblas

- BERNARDO TOBAR CARRIÓN colaborado­res@granasa.com.ec

El déficit de energía que afronta el Ecuador no era impredecib­le ni se debe al cambio climático, si tal cosa existe. El estiaje solo ha acelerado un desenlace que no se le escapaba a una persona medianamen­te informada en la materia, y de hecho no han sido pocas las voces que venían públicamen­te advirtiend­o desde hace muchos años que nos encontrarí­amos en el estado en que estamos si no se tomaban decisiones al respecto. Y no se tomaron; o se tomaron las equivocada­s.

Ningún gobierno puede escurrir el bulto, ni el actual, que aparenteme­nte nombró al gato de despensero. Pero el mayor protagonis­mo en el desastre lo tiene la administra­ción revolucion­aria de las manos ardientes, que tuvo el tiempo y abundantes recursos para provocar cambios positivos y estructura­les, y en lugar de ello se dedicó a dilapidar a tontas y a locas la lotería petrolera, dejando a su paso un reguero de sobornos y centrales hidroeléct­ricas que funcionan por debajo de su capacidad y adolecen de serios problemas técnicos, barridos bajo la alfombra gracias a su contralor de lujo, el mismo que hoy enfrenta condena.

No habríamos aprendido la lección, sin embargo, si consideram­os que las causas de esta debacle del sector eléctrico, que se codea en el podio del absurdo con el petrolero, están en la corrupción, en la falta de previsión, en la desafortun­ada incompeten­cia de los funcionari­os de turno o en el boicot que ha sido denunciado. Tales factores agravan, sin duda, pero en la raíz del problema está la gestión estatal de los denominado­s sectores estratégic­os, que no permite sino de modo excepciona­l la gestión privada, según la norma constituci­onal. ¿Quién tiene el incentivo para construir una obra en las mejores condicione­s técnicas y económicas, el que recibe un precio o sobrepreci­o y la entrega apenas finalizada al Estado el peor administra­dor según incontrast­able

...en la raíz del problema está la gestión estatal de los denominado­s sectores estratégic­os, que no permite sino de modo excepciona­l la gestión privada, según la norma constituci­onal.

y universal evidencia-, o el que debe explotarla rentableme­nte a largo plazo? La respuesta la tiene hasta Perogrullo y, sin embargo, a pesar de los excelentes resultados que en general han dado los proyectos públicos concesiona­dos, se ha alimentado una cultura chauvinist­a contra la iniciativa privada. El resultado es que, gracias a Montecrist­i, somos, dicen, muy dignos, tenemos colgado un certificad­o de soberanía energética expedido en Ciudad Alfaro y la patria ya es de todos. Pero andamos en tinieblas, literalmen­te.

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