EL TREN MAYA, memorable y accidentado viaje
En diciembre, el tren comenzó a transitar su primera ruta por la península de Yucatán. Meses después, la reportera de este artículo encontró fallas
Salí al andén de la nueva y reluciente estación de tren de Maxcanú, con muchas ganas de ver la magnífica zona arqueológica maya de Uxmal.
Solo tenía que tomar un taxi que me llevara hasta allá, en un viaje de unos 48 kilómetros. No hay taxis, dijo el encargado de las instalaciones, mientras esperábamos en los pisos de piedra caliza pulida de la estación con techo alto, que estaba fresca y recibía viento a pesar del fuerte sol mañanero. Yo era la tercera persona que, en las últimas dos semanas, se bajaba en Maxcanú con la intención de llegar a Uxmal, dijo. Estaba a mitad de un viaje de cinco días para explorar el nuevo Tren Maya y varios de sus destinos en la península de Yucatán en México. Diseñado para recorrer 1554 kilómetros alrededor de un circuito de 34 estaciones cuando esté listo, el tren trasladará cómodamente a los pasajeros que deseen visitar ciudades coloniales, zonas arqueológicas, ostentosos centros turísticos y bosques tropicales. Pero me había quedado perpleja. Tomar un taxi nunca ha sido un problema en México. Sin embargo, los conductores reunidos en la plaza principal de Maxcanú solo ofrecían furgonetas destartaladas que recorren pequeños pueblos en los que podría o no conseguir un taxi que me llevara a Uxmal. La siguiente camioneta salía en 45 minutos.
Durante mucho tiempo, las capas de la historia de Yucatán me han fascinado. En viajes anteriores en carro, trepé templos y palacios mayas desiertos, entré en las frescas naves de enormes iglesias del siglo XVI y visité haciendas restauradas, testamentos de la ostentación —y el sufrimiento— de la economía de plantación del siglo XIX de la península. Viajar en tren, pensé, me permitiría sumergirme más en esa historia.
Pero, como bien descubrí en Maxcanú, el tren no te llevará necesariamente adonde quieres ir. Durante mi viaje de febrero, viajé en la única ruta que estaba disponible en ese momento, un segmento en dirección esteoeste que se inauguró en diciembre y que va de Cancún a Mérida, y que luego va al sur a través de la ciudad portuaria de Campeche hacia la zona arqueológica maya de Palenque (el mes pasado se inauguró una ruta corta entre Cancún y Playa del Carmen, con tres trenes diarios). Me encontré con fallas en la programación, estaciones incompletas y escasez de trenes: solo dos operaban a diario en cada dirección entre Cancún y Campeche, y solo uno hacia Palenque. Trenes nocturnos con camas así como vagones especiales con restaurantes parecen estar a años de distancia de ser una realidad.
El presidente Andrés Manuel López Obrador considera al Tren Maya como su proyecto de desarrollo más importante y quiere inaugurar el resto de la ruta antes de dejar la presidencia el 1 de octubre. Basándome en mi experiencia, ese objetivo parece difícil de alcanzar.
Una ruta de 29.000 millones de dólares por la jungla: comencé mi viaje en Cancún, donde la estación flotaba como una nave espacial resplandeciente en la oscuridad previa al amanecer. Un funcionario escaneó el boleto que había comprado en línea y media decena más me señalaron el camino hacia mi vagón de clase turista, que estaba lleno en un 25 por ciento. Mi plan era ir a Campeche, a unos 482 kilómetros, haciendo una parada diaria. A 120 kilómetros por hora, el tren completa la ruta en unas 6 horas, al igual que un auto. (Cuando la construcción termine, la velocidad del tren debería aumentar a 160 kilómetros por hora). Las amplias ventanillas del vagón daban hacia una pared de selva baja. Los asientos azul verdoso eran cómodos y había mucho espacio entre las filas. Me compré un capuchino muy bueno en la cafetería, pero ignoré los sándwiches envueltos en plástico. El resto de la mercancía disponible eran vasos de frutas, cajas de leche y comida chatarra. Al final, el tren costará mucho más que los 29.000 millones de dólares presupuestados hasta ahora, y no es la primera vez que planificadores ambiciosos se han posado en la región. Cancún solía ser un pequeño pueblo pesquero, y hace medio siglo fue seleccionado para ser un centro turístico. El año pasado, 10 millones de turistas internacionales llegaron a su aeropuerto, mayor que los aeropuertos de Ciudad de México.
PROYECTO
Al final, el tren costará mucho más que los 29.000 millones de dólares presupuestados, y no es la primera vez que planificadores ambiciosos llegan a la región.