Trump se juega la inmunidad y su futuro judicial ante el Supremo
El Tribunal de EE.UU. se muestra reacio a conceder la exoneración
¿ Puede el presidente de EE.UU. ordenar el asesinato de un rival político? Donald Trump sostiene que sí. Su abogado, John Sauer, lo ha argumentado ayer en el solemne salón de vistas del Tribunal Supremo en el caso Donald Trump contra Estados Unidos. También ha defendido que el presidente podría ser inmune incluso por ordenar un golpe de Estado. Con un Trump que se presenta de nuevo a las presidenciales de noviembre, que lidera las encuestas, que clama venganza y que ha dicho que va a ser “dictador” por un día, sus tesis provocan escalofríos. Los magistrados, incluidos los conservadores, se mostraron reacios ayer a asumir esa doctrina, pero sí se mostraron abiertos a limitar o dilatar las acusaciones contra el expresidente.
Lo que está en juego en el caso que discute el Supremo no es una acusación de asesinato, sino cuatro presuntos delitos por tratar de alterar los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, que perdió frente a Joe Biden, y aferrarse al poder haciendo trampas e impidiendo la certificación de esa victoria. Aunque los jueces se hayan mostrado escépticos sobre las alegaciones de inmunidad plena de Trump, los conservadores también han dado señas de preocupación por el hecho de que un expresidente pueda ser imputado como un ciudadano normal.
La sentencia llegará en las próximas semanas y marcará el futuro judicial de Trump. Los jueces pueden admitir o rechazar de plano la inmunidad, pero los conservadores parecían más partidarios de tomar una vía intermedia, sentar criterios generales de qué actos oficiales podrían quedar blindados de persecución y en qué circunstancias y remitir a una decisión posterior de los tribunales inferiores. Al dilatar el proceso, probablemente hasta después de las elecciones, eso ya sería un triunfo para Trump. La alegación de inmunidad ha logrado retrasar el comienzo del juicio por intentar subvertir los resultados de las elecciones de 2020, previsto inicialmente para el pasado 4 de marzo.
La vista, de más de dos horas y media de duración, se desarrolló en Washington mientras el expresidente se sentaba en el banquillo de los acusados en Nueva York, donde se le juzga por presuntos delitos cometidos antes de ser presidente.